La novia de Steve Rogers• (Natasha Romanoff)

Aún recordando

Visión me observó, acercándose.

— Creo que no es agradable que entres sin avisar— dije molesta—.

— Estaba antes de que vinieran. Por lo que eso debería decirlo yo.

—¿Qué haces en la habitación de Steve?

—Vine a buscarlo, ya que Tony me mandó.

—Como sea, deberías al menos haber dicho que estabas ahí.

—No quería interrumpirlos...

Visión hizo una mueca con su boca.
— Así que... Wanda tenía razón...

—¿Qué te dijo?

—Me dijo que gustabas de Nara.

Suspiré, enojada.
—No veo que haya algún problema con eso.

—Tranquila, lo que escuché se queda aquí, nadie se enterara.

—No es eso lo que me preocupa.

— Sé lo que es. Ahora estás pasando por un sentimiento de culpa... —quedó en silencio unos segundos para luego proseguir— ¿ Porque no le dijiste la verdad a Rogers?

— ¿Y dejar que nuestra amistad se vea afectada por esto? — negué con la cabeza— No es una opción.

— ¿Qué harás?

— Me retiro del juego. Eso es lo que haré. No tengo nada que hacer ahora.

Dije abriendo la puerta, pero antes de salir volteé hacia visión y lo señalé con un dedo:

— Ni se te ocurra decir algo. O solo quedará de ti un puñado de chatarra.

— Lo sé.

Le dediqué una sonrisa, antes de irme y perderme por el pasillo. Como mis oportunidades en el amor que se perdieron cuando Steve me confesó sus sentimientos por Nara.

[Fin del Recuerdo]

Me sentía triste; esa fue la última vez que tuve la oportunidad de cambiar todo lo que ahora pasaba, pero no tuve el valor.

A la semana los dos estaban en una relación, y en cuanto a los afectos de amor se podían notar aunque con respeto.
No es que odiara verlo abrazados, agarrados de la mano, o simplemente dándose un beso en donde creían que no había nadie, pero me sentía mal por siempre encontrarlos en eso.

El único lugar el cual no encontraba a Steve con cara de enamorado por Nara, era en unos de los sótanos que servían como entrenamiento.

Desde que ella estaba con Steve, ese sitio se convirtió en mi favorito. Porque raramente podía encontrarme con alguno de los dos, hasta ahora.

Levanté la mirada al sentir pasos hacia mí.
Respiré hondo mientras ella se acercaba.

— Antes de que me mates, quiero decirte que Clint me dijo que te encontraría aquí.

— Es inteligente... —sonreí—¿Ocurre algo? ¿Alguien te mandó a llamarme?

— La verdad es que... No. — se sentó a mi lado— He venido porque quería saber cómo estás.

Yo reí, agarrando la botella de agua del suelo.
—¿Me veo mal?

— Te ves patéticamente normal, y es eso que me pone tan preocupada.

Nara sonrió.

—¿Porque?— pregunté—.

—  Porque parece que te pasara algo Nat. Algo que nadie puede ayudarte.

— Pues... Yo estoy bien; ... He estado entrenando, como es costumbre... y paso el tiempo sola, lo cual deberías saber que es lo normal...

Ella rió.

— Ayy por favor... Qué sigas con tu rutina, no significa que no te pase algo... Además— mordió su labio inferior— me contaron algo...

La observé sin querer ponerme nerviosa.
—¿El que?— dije con indiferencia—.

— Algo que te incumbe... —sonrió— ¿pero sabes que? Si lo que quieres es saber...te reto a una pelea en el ring...

Yo rodeé los ojos.
— ¿Vienes a morir?

Ella se paró rápidamente.
— Vengo a disfrutar de tú compañía un rato. ¿Te atreves o me tienes miedo?

Sonreí al escucharla.
Me levanté para ir en busca de mis guantes, mientras ella ya se había puesto los primeros que había encontrado, seguramente los de Scott.

— Espero que tú novio no me golpeé si te hago daño. — dije en alto—.

— Te tengo noticias Nat — gritó ya lista en una esquina del ring— no necesito de un hombre para vengarme si me haces daño. Yo sola puedo hacerlo, y con gusto lo haré si tú me lastimas.

Sonreí y me subí al ring también.

A pesar de no gustarle pelear, se había convertido en una de las mejores, superando a Sharon, María, Bucky, e incluso derrotó a Clint en varias ocasiones.

Pero, incluso siendo buena, en ello, nunca había peleado conmigo, por lo que ese momento era especial.

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