Descubriendo

7.6K 603 216
                                    

El cálido cuerpo que mantiene entre sus brazos, el pequeño compás de su corazón. Damián estaba completamente calmado, su respiración a campanada, y su pequeño cuerpecito completamente recostado en su costado. Su cabello gotea ligeramente por el baño previo, su manita se encuentra cerrada sobre su ropa,  la otra presa entre sus labios, mientras su rostro se esconde entre su cuello.

Algo que jamás había pasado.

Ahora que hace memoria. Jamás había tenido ese tipo de contacto con ninguno de sus hijos.
Y si alguna vez llego a hacerlo, era por alguna fractura, herida, o contusión que les impedía a sus hijos hacerse correctamente.
Pero nunca, algo parecido a este momento. Damián envuelto en la toalla de baño, con los ojos ligeramente cerrados. No pudo evitar detenerse, no puede evitar apreciar el momento, dejando que aquella escena perdurará todo lo que se pudiera.

La cabecita de su hijo se alzó ligeramente de su escondite.
En un momento Damián voltea a verlo, sus ojos se encuentran, como si preguntara ¿porque se detienen?
Y él no tiene palabras para responder, más que una caricia suave sobre su espalda.

Tan absorto en el pequeño se encontraba que la luz del flash apenas y lo saco de sus pensamientos. Giro la cabeza suavemente para no asustar al niño que tenía en brazos. Encontrando al responsable automáticamente. Por una ligera abertura podía ver la figura de su hijo mayor, con su celular entre manos, Mordiéndose fuertemente el labio en un claro intento de guardar silencio.

Después se encargaría de eso.

Avanzó lentamente para colocar al niño sobre la cama. Buscando en la cómoda alguna de las piyama compradas y lavadas esa misma tarde.
Encontrando rápidamente una curiosa piyama un tanto curiosa. una versión en miniatura del traje de Robín.
No pudo evitar sonreír ante la clara selección de Dick.

-Vamos Damián, alza los brazos te voy a colocar la playera - explicó, para que el niño cooperara.

-Puedo hacerlo solo padre- refunfuño el niño,  claramente el ofendido, por creerlo un inútil que necesitaba la ayuda para cambiarse. y el no pudo evitar pensar que algunas cosas no cambiarían jamas. Como el orgullo de su hijo 

-Lose, pero quiero hacerlo-respondió con sinceridad.

Terminó de cambiarlo, con alguna que otra queja de por medio y más palabras de las necesarias.

-Hora de ir a la cama Damián-

-¡No quiero!-

Ignoro aquel grito, lo recostó suavemente sobre la cama, listo para arroparlo con las cobijar. Pero el pequeño niño tenía otros planes. Empezó a soltar patadas, intentando escapar, fallando en el intento.

Así siguió unos minutos, en un constante lloriqueo y pataleo por parte de él niño que no deseaba ir a la cama, y el perdiendo la paciencia al ver cómo la hora sobre el reloj marcaba que debería estar combatiendo el crimen.

-Maestro bruce ¿El joven Damián ya está dormido?- la voz de alfred sonó suavemente por el umbral de la puerta.
Al estar frente a frente noto a clara burla en él. Pues el pequeño había logrado tirar las almohadas y cobijas al suelo. Alfred sólo suspiro notando que no tenía nada bajo control y aquella batalla estaba perdida. Un niño de cuatro años, que aún no llegaba al metro, estaba logrando acabar con la paciencia de Batman.

-Amo bruce, no se preocupe por el Amo Damián, yo me encargaré de él por esta noche - Bruce solo puso suspirar ante la derrotas y asentir resignado, antes de intentar una últimas vez arropar al niño quien de nuevo se negó nuevamente.

-Volveré en unas horas, has caso a Alfred, Damián. Él está a cargo- la figura del padre salió a prisa al ver por la ventana la señal en el cielo.

I'M A BATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora