Los días pasaron. Me encontraba en el número veinte y en ninguno de los transcurridos había recordado ni ido a visitarme. Solo había estado en la casa, pensando todo el tiempo en la muchacha que había visto aquel día. No fui más a ese oscuro pasillo y sobre todo a la pieza. Suponía que la amaba en el otro plano de la realidad, por lo que sentía. Era extraño porque cuando vi a Sindy, quien fue la primera chica que gusté desde niño, no había experimentado ningún sentimiento, solo aquella vez que me había convertido en niño en mis recuerdos. Por otro lado, nunca vi a Amanda, quien fue mi segunda novia, y lo peor de todo era que además de fallarme la memoria, también erraba mi corazón en los tiempos. Es decir que, si lograba recordar un noviazgo, un amor o romance podría estar enamorándome de ese, aunque en la realidad ya lo hubiese superado y olvidado. Por eso, era extraño enamorarme un día de una y al otro no sentir nada más que un simple cariño o amistad. Mis emociones y sentimientos fallaban, pero si me guiaba por lo que sentía actualmente, podría decir que la única mujer que no me podía sacar de la cabeza era aquella que vi en el desierto.
Quise comprobar que mis hipótesis fueran cien por ciento ciertas, así que esa misma tarde intenté concentrarme para así poder viajar al recuerdo de mi pasado. Ahora, cuando quería transportarme de un lugar a otro aparecía enfrente de mí una puerta, tal como las veces anteriores, surgía de la nada y me conducía a donde deseaba. Antes, tenía que esperar a que me durmiera y despertara en otro sitio para poder viajar, e inclusive para visitarme.
Traspasé hacia el otro lado de la abertura. Me hallaba en mi casa de la infancia en el año mil novecientos noventa y nueve. Tenía nueve años. Me observé dirigiéndome hacia la casa de Sindy, y por la manera en que me veía, notaba que estaba muy nervioso. Pronto, me acordé de que ese era el momento en donde surgiría mi primer beso. Me encaminé hacia donde él se dirigía. Ya sabía lo que ocurriría y cómo sucedería. Bruno golpeó la puerta, la madre de Sindy lo atendió amablemente y él ingresó a su humilde residencia. Corrí y atravesé la puerta. Mi memoria me había adelantado en el tiempo porque ya me veía en el patio trasero, en donde ocurriría todo y en donde mi pequeño yo se localizaba. Ya habíamos jugado y me hallaba a solas con ella; estábamos sentados en el murito.
Era el momento en donde debía ingresar en ese "Bruno pequeño" para ver lo que él sentía, porque observándola como un fantasma no podía percibir ningún sentimiento. Al entrar en el cuerpo de mi yo pequeño, los sentimientos que tenía hacia ella en esa época se volvieron reales. Experimenté cómo me ponía nervioso, cómo mi corazón palpitaba aceleradamente. No sabía qué decir ni qué hacer y recordaba que aquí era cuando le diría lo que en verdad sentía.
_ Sindy, me gustas.
No quise haber dicho eso, pero las palabras salieron de mi boca de una manera inconsciente. Suponía que eso se debía a que no podía alterar el pasado porque ya estaba escrito y todo esto era un simple recuerdo.
Se quedó muda y colorada, y fue ahí cuando le di un beso de pico. Lo sentí desde mi pequeño corazón. Me había dejado llevar en ese entonces y justo cuando ese beso surgió, fue cuando su madre nos traía la chocolatada. Luego de aquel suceso, se creó un gran problema.
Salí del cuerpo de mi recuerdo infantil y fue ahí cuando percibí que no gustaba más de ella. Solo fue un gusto infantil, un buen recuerdo y una travesura de la infancia. Aún me acuerdo que luego de aquel pico, su mamá y la mía nos controlaron muy de cerca. Fue incomodo sentir eso y lo que me asustaba eran las actitudes de su padre.
Me reí de felicidad ante esas memorias. Imaginé una nueva puerta que me condujera a mi casa y cuando apareció, abandoné el recuerdo. Al estar en la residencia, pude comprender que con el paso del tiempo podría descubrir de quién estaba enamorado realmente. Si todos mis recuerdos se presentaban y si mi corazón se "organizaba", podría saber si en verdad tenía un noviazgo en la realidad. Pese a ello, estaba seguro de una cosa y esa era que no sentía nada más por Sindy.
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La sombra de mis recuerdos
FantasiBruno, un muchacho de 18 años, un día recobra la conciencia después de haber estado mucho tiempo en un coma. Pero él se despierta mentalmente, estando físicamente en estado vegetativo y sin poder vincularse con su cuerpo. Aunque esto parezca mucho...