Capítulo 11

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A las 6 de la tarde, las clases del diurno ya acabaron y las del vespertino aún no empiezan, por lo que la universidad está casi en completo silencio. Maggie, Sole y yo, disfrutábamos de eso, sentadas en una mesa en el patio central de la facultad.

Habíamos terminado de afinar los detalles del trabajo para ACE.

—Lo llevo a la impresión y estamos listas.

Sole estiró los brazos y se acomodó en la silla.

—¡Súper! Pensé que nunca terminaríamos.

—¿Y dónde estás? —Maggie hablaba por teléfono—. Yo estoy en la U... ¡Oh, qué lata...! Pero otro día... Sí, no te preocupes.

Sole y yo la miramos, en busca de respuestas, en cuanto cortó.

—Un amigo. Nos íbamos a encontrar, pero no pudo —explicó.

Se veía compungida. Era raro verla así.

—Uyyy, ¿alguien importante?

Maggie le quitó valor con un gesto.

—No, para nada. Bueno, no en ese sentido. Somos amigos intermitentes. A veces, no sé de él por temporadas largas, en general cuando tiene novia, y luego vuelve otra vez.

—Ah, y ahora está de vuelta —asumí —. Suena como...

—Un idiota, lo sé. Pero no se escoge a los amigos ¿No era así? —rio.

—O a los novios —le rematé.

Sole contuvo una risita.

—Entonces —preguntóMaggie—, ¿ya está?, ¿imprimimos no más?

—Así es. Voy yo, no se preocupen. Después dividimos lo que salga.

Ambas estuvieron conformes.

La fila de la fotocopia aún tenía un largo razonable cuando llegué

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La fila de la fotocopia aún tenía un largo razonable cuando llegué. Diez minutos antes de las 19:00 horas, era un caos total. Por delante de mí solo había un par de chicas que conversaban sobre una pelea a golpes entre dos participantes en un reality, mientras esperaban su documento.

«¡Excelente!»

En medio de la conversación, la más bajita, que ostentaba unas preciosas extensiones con mechones rubios, se giró y me miró. Era Paula. Yo sabía quién era, antes siquiera de que volteara, pero tenía la esperanza de que no se percatara de mi presencia.

Dos años atrás Paula, Lina y yo éramos inseparables, un trío "dinámico" decía Lina. Imparables.

La última vez que hablamos, fue tras la muerte del papá de Angelina. Para esa época ellas habían cortado todo tipo de relación. Me pidió que le diera las condolencias, que le dijera que lo sentía. No se lo dije nunca. No fue intencional, solo lo olvidé. Para cuando lo recordé, no parecía importante.

Le dicen El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora