Capítulo 39 - La vida no siempre es fácil

4.4K 529 133
                                    

VALENTÍN

El portero del edificio abre la puerta y me sonríe al verme, me froto los ojos algo cansado mientras bostezo y me subo al elevador. Vuelvo a bostezar hasta que alguien detiene el ascensor, las puertas se abren y aún con mi mirada de agotamiento puedo ver poco a poco a Richard, el chico levanta la mirada algo avergonzado y sonríe de forma pequeña para saludarme, presiona el botón que indica el piso de su apartamento y juega con sus dedos entrelazados mientras un silencio incómodo nos rodea.

—Hola —digo sin poder mirarlo —¿Cómo... como has estado?

—Bien —dice él —¿Y tú?

—Bien —sonrío, quedándome sin tema de conversación, ¿Desde cuándo los elevadores se demoran tanto en subir? —Cameron regresó ayer —digo, ¡Bien! Mi cerebro parece no haberse apagado por completo —Vamos a hacer una pequeña reunión de bienvenida ¿Vienes?

—Si —responde, asintiendo con lentitud —Me llamó Alexa para invitarme.

—Oh —digo, presionando mis labios en el momento que las puertas se abren en su piso.

—Bueno, nos vemos allí —Richard me sonríe, sale del ascensor y yo presiono mis labios suspirando más agotado que hace un rato, ¿Por qué es tan difícil acercarme a él? Me asusta no tener nada en común, al estar a su lado no encuentro algo que nos una, no es justo que me esté volviendo a enamorar de alguien que no me corresponde ¿A caso siempre va a ser de esta forma? Joder que putada.

Entro a mi departamento, enciendo la luz y muerdo mi labio inferior al sentir la soledad, nunca había vivido solo. Siempre estuve con mis Padres, con Anastasia o también con Cameron, creo que no estaba listo para esto. No me dan ganas de comer, sentarme en la mesa sin tener con quien charlar me hace sentir vacío, por lo que no me da apetito, me obligo a comer algo mientras estoy sentado sobre mi cama mirando televisión, lástima que los canales de la señal abierta son horribles, me aburro muy rápido.

Dejo mi plato de comida a medio comer y apago la TV, me acuesto boca abajo con mi mirada abrazada en la almohada, tomo mi teléfono y busco a quién llamar, tengo cuatro contactos: Anastasia, Cameron, Mamá y Papá.

No le llamo a mis Padres, es algo tarde y seguramente están durmiendo, no voy a molestar a Cameron ya que debe estar aún ordenando el apartamento con Jhony, me queda Anastasia, y no, no es ella mi última opción para llamar, si no que al contrario, es la primera a la que llamo cuando tengo problemas, sé que ella va ayudarme.

—Hola —susurro tratando de no sonar muy triste.

—¿Cómo estás precioso? ¿Sucede algo?

—No, solo que... quería saber si almorzamos juntos mañana ¿Te parece?

—Claro, ¿Seguro no pasa nada?

—... No —digo en voz baja después de un muy largo silencio entre nosotros.

—Vale, ¿Vienes a casa mañana entonces?

—Claro, llevaré la comida.

—¡Bien! Te espero —me la imagino sonriendo, me despido y luego cuelgo, apago la luz de mi cuarto y me quedo dormido, a media noche despierto por la molestia del pantalón y los tenis en mis pies, me cambio de ropa, me lavo los dientes y me meto en mis frazadas, abrazando la almohada tratando de pensar positivo.

Al otro día no trabajo en la cafetería, es uno de mis días libres, por lo que solo me levanto para darme un baño y salir a comprar comida. Camino por el centro, por un momento me miro en el reflejo de una vitrina y me doy cuenta que estoy algo despeinado, no me importa, sigo caminando hasta que llego a un lugar de comida tailandesa, quizás a Anastasia le guste probar algo nuevo, al entrar y hacer sonar una pequeña campanita sobre la puerta me doy que quien toma los pedidos en la caja a seis metros de mí es Richard, casi me ahogo, salgo del lugar y me peino de la mejor manera que puedo sin tener un espejo, inhalo y exhalo, vuelvo a entrar y hago una fila de cuatro personas.

A Dos Metros De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora