|Capítulo V

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Han pasado diez meses desde que Kira comenzó a vivir al otro lado de la ciudad de Hamillton Hill, lejos de su madre, Gale y Aylin. Aún así ella temía de sus recuerdos, aquellos que la ataban a su pasado. Desde entonces muchas cosas habían cambiado; Daven le había enseñado como usar sus nuevas habilidades y como protegerse de todo lo que le esperaba.

Daven entró en la habitación con una actitud serena y en su mano traía un vaso con tequila.  

— No entiendo porqué debemos vivir en un apartamento— cuestionó mientras ponía su trago en la mesa de noche, para luego acomodar el chaleco de su traje.

— Y yo no entiendo porqué siempre vistes de negro— respondió Kira sarcásticamente—. ¡Y vivimos en uno porque yo no podría estar allá abajo en el infierno por siempre! También se supone que tendría más privacidad.

Daven se acercó a Kira,  la tomó de las manos mirándola fijamente y añadió—: Me gusta tu delineado— murmuró con voz suave haciéndola sonrojar.

— ¿Hoy podré ver a mi madre?— Lo apartó cuidadosamente e ignoró el cumplido que le había hecho.

— Te recuerdo que el infierno es solo otra parte del mundo y está dividido entre: El mundo mortal, mundo espiritual y el cielo; estos conviven en conjunto pero en diferentes espacios.

— Esa no era la respuesta que esperaba— contestó haciendo girar sus ojos.

Daven caminó hacia el balcón del apartamento. Respiró profundo y respondió —: Ahora eres mía, no puedo permitir que te veas con tu familia o con tus antiguos amigos.

—¿Por qué?—reclamó. Ella aún no entendía las verdades de lo que sucedía.

—Eso podría alejarte de mí—Su mirada se fijó en un punto lejano en el horizonte

El sol comenzaba a caer dejando salir a la luna elevándose por el cielo, a lo lejos las estrellas brillaban iluminando la ciudad y a su vez mostrando lo hermosa que era.

Kira se acercó a Daven lentamente, se detuvo a observar la vista que se podía admirar desde allí.

—Debo admitir que tienes buen gusto— comentó Daven.

— ¿Por qué lo dices?

— El apartamento tiene una buena vista desde aquí.  

— Daven, ¿no extrañas tu hogar? Ya sabes, de cuando eras un ángel sin corrupción— preguntó Kira tomando la mano de Daven   
— Eso ya no es importante para mí, ahora soy alguien totalmente distinto y con ambiciones diferentes— respondió bajando su mirada.

— ¿Alguna vez has amado algo o a alguien en tu vida?, ¿algún lugar al que extrañes?— Kira soltó su mano esperando a que él decidiera contestar.

— No, jamás me ha pasado. Es mejor que nos vallamos— respondió haciendo una abertura.

Ambos saltaron directo a la grieta, al  pasarla extendieron sus alas para dirigirse al bosque, aquel en donde todo había comenzado.

—¿Cómo lo haces?—preguntó Kira anonadada.

— ¿Hacer qué?

— Abrir esas grietas entre los mundos.

— Es muy sencillo.

— ¡Entonces explícame!— exclamó Kira con cierta duda.

— Recuerdas que te comenté que cuando alguien muere pasa por una puerta o mas bien un pasillo, en sí; la luz al final del túnel. Imagina que eso es una casa, su entrada es la puerta pero nosotros podemos pasar a través de sus ventanas. Para eso solamente debes visualizar a donde quieres ir.

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