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Resumen: Hubo algo que llamo la atención de Kaigaku y esa fue la mirada que el chico de los aretes le dirigía a su hermano, esa misma que todas las personas en el publico ponían cuando veían a su hermano tocar y se sumergían en la música, sus ojos brillaban de solo verlo, como si estuviera viendo una deidad y no un chico cualquiera tocando un instrumento.

Mirada

Kaigaku es muy consciente de que Zenitsu no es la clase de persona que llama la atención de todos, ni de las personas que hacen que todos desvíen las miradas en su camino, a menos claro que llore ruidosamente como siempre lo hace.

Zenitsu es la clase personas que siempre que llama la atención no es de buena manera, en realidad se avergüenza a si mismo y a los demás en el proceso.

Kaigaku sabe que Zenitsu tiene una personalidad difícil de tratar, aunque no es como que la suya sea mejor, en realidad siempre se ha preguntado ¿en qué estaba pensando el abuelo cuando los adopto? Sinceramente no eran la clase de niños que alguien más quisiera para criar.

Sin embargo, ambos parecían tener talento para la música y su abuelo que en su juventud había sido un importante musico quería que siguieran su legado, aunque los dejo elegir el instrumento que querían tocar.

Kaigaku eligió el piano, mientras que Zenitsu eligió el violín, y eso pareció satisfacer más al abuelo, de esa forma podían acompañarse para practicar.

Pero cuando crecieron Kaigaku tuvo interés en otras cosas, y mientras veía a Zenitsu avanzando con talento innato para tocar el violín, él seguía sintiéndose insatisfecho en cuanto al piano y vino lo que todos parecían llamar una etapa de "rebeldía" con nuevos amigos, queriendo escuchar otro tipo de música y muchos nuevos intereses.

Jigoro estaba muy enojado y en desacuerdo al principio, con el tiempo lo dejo hacer lo que quiera, incluso inscribirse en la preparatoria publica y no ir a un conservatorio como estaba planeado en un principio y lo dejo inscribirse en la Universidad que quería, en la carrera que quiso, siempre y cuando presentara buenas notas.

Pese a todo eso Zenitsu seguía el camino de la música, incluso si lloraba de que no quería practicar por las tardes y los fines de semana.

Por alguna extraña razón Zenitsu se sentía inseguro en cuanto a la forma en que tocaba el violín y tenía ataques de ansiedad antes de cada concurso o presentación que tuviera.

Kaigaku nunca lo entendería porque, aunque Zenitsu lo fastidiara en muchas formas, reconocía su talento en la música.

Aunque jamás lo admitiera, ni bajo tortura, amaba la forma en la que durante cada recital, la gente a su alrededor se burla de la figura temblorosa y nerviosa de su hermano, incluso los jueces siempre tenían esa expresión de burla al verlo tomar el violín tan nervioso, hasta que comenzaba a tocar y todas bocas se callaban.

Les expresiones de asombro no se hacían esperar y la forma en que las miradas de las personas cambiaban, era sorprendente, y aunque él volteaba a ver a su abuelo que sonreía con orgullo, mientras él se cruzaba de brazos fingiendo estar enojado o fastidiado, en realidad por dentro sonreía y veía con orgullo los recitales de su hermano.

Por eso se sorprendió cuando la carta del conservatorio llego y su abuelo la hizo trizas como si nada, incluso cuando de diferentes lugares llego gente queriendo explotar el talento de Zenitsu, la respuesta de abuelo era un rotundo "no".

Un día Jigoro le confeso que estaba preocupado de que Zenitsu no tuviera amigos y que sentía que le hacía falta vivir más, además que había comprendido que tenía que dejarlos decidir su camino.

Ahora que Kaigaku estaba en la universidad poco regresaba a casa a ver su familia, no siempre podía permitirse ir a los recitales de su hermano, por eso se sorprendió cuando un día que pudo ir, se encontró con que al parecer, su hermano había invitado a sus amigos.

Conceptos  TanZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora