Abby sintió que sus nervios se tensaban. Sus mejillas se tornaron blancas como la nieve.-Ayer yo recogí el correo. No había ninguna carta para mí.
-El cartero la guardó. Le pareció extraño toda la correspondencia que has estado recibiendo últimamente.
Su tío dió un mordisco al bollo y después lo dejó cuidadosamente en el plato.
-Si la carta es mía, quisiera que me la diera -dijo ella, tratando de mantener el tono de su voz calmado.
-¿Quién es Matthias Barrington? -preguntó. La tía Gertrudre entornó los ojos, en actitud sospechosa.
-No conozco a ningún Barrington en San Francisco.
-No es de San Francisco -dijo su tío. -Es de Montana.
Tía Gertrudre echó una nube de leche en el té.
-Dios bendito, Montana. Ni siquiera sabía que hubiera gente viviendo allí, y mucho menos alguien que supiera escribir.
Abby hizo un esfuerzo para acallar el pánico que empezaba a apoderarse de ella.
-Ha abierto mi carta.
-Sí -dijo el tío -¿Y por qué no? Ésta es mi casa y todo lo que ocurre en ella es asunto mío. Ahora responde a mi pregunta. ¿Quién es Matthias Barrington?
Abby sabía que aquel día llegaría tarde o temprano. Había ensayado muchas veces cómo respondería a las preguntas de sus tíos, pero ahora las palabras quedaron atrapadas en su garganta.
Joanne alzó la mirada de algunos bocetos de vestidos de novia que estaba examinando.-¿Se te ha comido la lengua el gato? -preguntó burlona.
Abby la miró. Rizos dorados enmarcaban un rostro redondeando y realzaban la piel clara y los ojos de color casi violeta. El vestido de mañana azul de seda abrazaba la delicada figura de la joven a la perfección.
Sus tíos siempre habían considerado a Joanne la hija perfecta, especialmente en comparación con una sobrina que no tenía una educación tan exquisita.
-Es un ranchero de Montana.
-¿Y qué tiene que ver él contigo? -preguntó Gertrudre.
-Parece ser que este Barrington ha pedido a nuestra Abigail en matrimonio.
-¡Matrimonio! -Joanne soltó una carcajada -Creía que habías renunciado al amor después de cómo te tomó el pelo Douglas.
Abby aspiró hondo, resuelta a no mostrar su ira. Irritada, la tía Gertrudre la miró.
-No me habías dicho nada.
Abby extendió la mano.
-Quisiera que me entregara mi carta -dijo. Su tío continuó untado mantequilla en el bollo.
-No hasta que nos expliques a qué viene todo esto. ¿Cómo has podido siquiera conocer a un hombre como ese?
Por extraño que pareciera, en lugar de sentir miedo Abby se sentía aliviada de poder hablar abiertamente del asunto.
-Contesté a su anuncio en el Chronicle pidiendo una novia por correspondencia.
La taza que la tía Gertrudre tenía en la mano golpeó con fuerza contra el plato.
-¿Cómo has podido mancillar así nuestro nombre? -exclamó su tío, furioso, pálido como el papel. -¿No te hemos tratado bien estos últimos diez años? Dios sabe que te apoyamos cuando teníamos que haberte echado a la calle.
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Una esposa por encargo
RomancePor mucho que sus vecinos se esforzaran en que volviera a enamorarse era imposible. Aunque acababan de enviarle a la bella Abigail Smyth, que nada más bajarse de la diligencia le dijo que lo que él necesitaba era una esposa... y que ella era la indi...