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Me desperté con un sentimiento extraño. Por fin luego de vivir sola durante cuatro años surgió el primer sentimiento de soledad, el primer indicio de necesidad de acompañamiento. Me había acostumbrado a vivir de esa forma, en completo silencio. No tenía hermanos y mis padres vivían lejos. Me había olvidado de lo que era la compañía. Era como si en ese momento hubiera reaccionado, como si mi vida hubiera estado en pausa durante cuatro años. Me surgía la necesidad de hablar, expresarme. Pensé en la cocina y mis compañeros de trabajo. Era el único momento en que estaba rodeada de gente, y lo disfrutaba. A diferencia de muchas personas, realmente amaba mi trabajo, todo lo que hacía.

Sin embargo, la soledad no era completa, ya que contaba con la mejor compañía del mundo: mis cinco perros. Solía hablarles. No esperaba respuesta. Pero decir mis pensamientos en voz alta me ayudaba a ordenarlos y organizar parte de mis días. Cuando cocinaba, por ejemplo, repetía los ingredientes y sus cantidades y ello me ayudaba a recordarlos.

Pensé que no debía distraerme más. Dentro de una hora tendría que ir a trabajar. Hacía calor, era muy temprano pero el amanecer se había completado. Salí de mi casa con una sonrisa y un buen presentimiento, olvidándome de mis pensamientos iniciales.

El camino no era realmente largo. Pero era ruidoso, había mucho movimiento de carretas a esa hora. Yo iba caminando, distraída, ensimismada.

Al finalizar mi jornada laboral, volví a mi casa por el mismo camino. Pensé en mi soledad, en el encierro, y creí que era más conveniente salir, explorar, tomar aire. Así que llevé unas hojas, pluma y tintero y salí rápidamente de mi casa, apurada, como si me esperara un compromiso. Me ubiqué bajo el mismo árbol en el que me había dormido el día anterior. Uno de mis perros me había acompañado. Antes de comenzar con la escritura me detuve a apreciar la vista, sentir la ligera brisa, observar el río que se hallaba a pocos metros. La tranquilidad reinante me inspiraba, me sentía capaz de escribir todas las recetas del mundo. El ambiente era adecuado para la concentración, ya que no era tan fácil evocar recuerdos específicos como las cantidades exactas de los ingredientes, tiempo de cocción, orden. Apenas había apoyado la pluma sobre la hoja cuando escuché a mi perro pelearse con otro que había aparecido por detrás.

Al principio no le presté atención, pero la voz del dueño me indicó que se trataba de Flemming. Me levanté y me acerqué a él. Entre ambos separamos a los perros. Le conté que estaba escribiendo las recetas que me acordase. Él solo estaba paseando. Me ofreció su compañía durante un rato y acepté; así que ambos ahora nos encontrábamos debajo del árbol. Yo escribía y él observaba, tal vez no quiso molestarme al principio al notar mi concentración, pero luego quebró el silencio. Empezó hablando de animales, me comentaba que tenía muchos caballos a quienes les ponía nombres propios y en algún momento del día les hacía compañía; y que convivía con dos perros. Y eso realmente me dio una genial impresión de él.

Hablamos durante horas, durante cada fase del atardecer, que se podía apreciar perfectamente desde el lugar en el que estábamos. Al principio, los temas solo eran trivialidades, aunque era agradable charlar con él y estas necesarias antes de mencionar algo personal. Pasé un buen momento. Cada vez sabíamos más de nosotros, de a poco, la confianza se construía. Al final, quería saber más de él, y eso me dejaba con ansias de otro encuentro. Por suerte no era difícil encontrarlo cerca y era muy probable que nos veamos diariamente.

Y así se inició una rutina en la que todas las tardes, antes del atardecer, nos encontrábamos abajo del árbol y frente al río contando todo lo que nos pasó en el día. Así, nos aliviábamos de todas las cargas diarias y sentíamos que podíamos comenzar cada día con entusiasmo y energía. También, en algunas ocasiones, llevábamos a nuestros perros al encuentro.

Hubo una tarde en la que llovía torrencialmente y me había quedado en mi casa. Cocinaba. Alguien tocó la puerta, lo que me parecía raro dada la intensidad de la lluvia. Era Flemming, estaba mojado. Me dijo que quería hablar conmigo.

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⏰ Última actualización: Jul 07, 2020 ⏰

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