CAPÍTULO 2

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Le tomó más que a uno, por no decir a toda Etheria, ver a su gran guerrera pasar el tiempo con una mitad bestia o, como le decían en su mayoría, con una salvaje. No podían creer una mitad gato tuviera a su mejor guerrera, quien salvaría a Etheria de la destrucción, enamorada.

Muchos pueblos comenzaron a sospechar de la guerrera cuando se perdía entre el bosque aprovechando la estadía en uno de los pueblos cercanos. Se adentraba sin su equipo de combate indicando de que hacia algo personal ahí.

Quienes difundieron el rumor fueron los pueblerinos de Plumeria. Aseguraban haber visto a She-Ra junto a una mujer gato abrazadas en el pasto de un enorme claro.
Por supuesto que, al principio, no podía creérlo ni mucho menos de unos pueblerinos tan extraños como ellos.

Catra aún no quería darse a conocer con She-Ra, ni siquiera contraer nupcias hasta que haga un plan, ¿Qué debía hacer con ella? Le prometió hacer lo que le pidiera incluso hacer homicidio en masa. Y era algo que quería aprovechar obviamente.

Su madre había salido a comerciar en la ciudad de Las Salinas. Era una ruta larga de dos semanas, pero ella ya sabía a quien pagarle para que le cuidaran la espalda y tenía un hostelería en donde quedarse en la ciudad de la costa. Había hecho aquel recorrido antes de ser encontrada en el bosque de cachorro por lo que no se preocupaba mucho. Era una anciana que sabía sus propios métodos de salir de algún problema si es que se presentaba.

Tenía la cabaña sola por cuatro semanas, tal vez más dependiendo si se encuentra con más mercaderes en el lugar para comerciar. Su madre no sabía de su encuentro con She-Ra, era un secreto. Temía a su reacción, siempre era sobreprotectora con ella y, a pesar de que fuera una gran guerrera y heroína de Etheria, puede que no se lo tome bien. Habrá muchas preguntas de por medio.

La casa se encontraba limpia, alimentó a las gallinas y a los pequeños que habían nacido de los huevos.

Tomó una de sus mochilas, una de las más grandes llevando un saco de dormir, algunas pomadas pues la última vez que se quedó en lo profundo del bosque sufrió quemaduras al intentar encender la fogata, vendas, guantes gruesos y comida.

El recorrido no era muy lejos. No iba al Norte, al Este encontró una curiosa cueva con garabatos ilustrados en las paredes hacía unos años. No sabía quién los había hecho, nunca encontró huellas de otra persona ahí, el aroma de humanos ni siquiera la encontró en ningún lugar cercano.

Entonces era antiguo.

Los guantes gruedos era para hacer a un lado la maleza, las lianas de los árboles.

Su oreja derecha se movió deteniendo el paso de inmediato. Un ruido a su derecha, un animal tal vez que había roto las pequeñas ramas caidas de los árboles.
Catra se giró entrecerrando los ojos, analizó el ambiente, algunas hojas se terminaron de mover volviendo a quedarse estáticas. No había viento que las moviera. Olfateó delicadamente, no necesitó usar esfuerzo pues un aroma extraño golpeaba sus fosas nasales con rudeza.

— ¿Quién anda ahí? —Silencio. —Puedo olerte y, déjame decirte, que apestas.

Catra bufó ignorándolo.

Volvió a ponerse en marcha intentando mantenerse cuerda hasta llegar a la cueva. El olor no se desvanecía por lo que estaba segura de que le seguían. El fango, hacía unos metros, era engañoso, si no distinguías bien podría uno caer en un hoyo.

Tal vez por eso el aroma apestoso.

Sus orejas se removían una y otra vez al escuchar los crujidos de la ramas. Quien quiera que fuése no era sigiloso, era más bien molesto.

Estaba a escasos metros de la cueva, se detuvo girándose. Algunas hojas se movieron bruscamente detrás de ella, se quitó la mochila lentamente dejándola en el suelo, aumentó el tamaño de sus garras hábilmente queriendo distinguir el lado del que provenía el hediondo olor.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2020 ⏰

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¡Por el honor de Grayskull! ( CatraDora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora