Única parte

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Hoy es el día de los enamorados y Ashton Irwin no tiene una esposa, ni una novia, o alguna amiga en especial, no tiene ni siquiera una conocida casual con la cual pasar aquella festividad. Y no es que él sea de aquellos que le interese cómo le verán los demás, ni qué pensarán de él por estar soltero, en realidad le importa un verdadero comino lo que la gente vaya a creer de él; el problema está en que ciertamente nunca ha sido un gran fanático de la soledad, mucho menos de tener un espacio vacío en todos los lugares en los que se encuentran.

Detesta con todas sus fuerzas el no tener a alguien a su lado, a nadie con quien compartir la enorme cama que posee, ni las noches largas por las que pasa, ni las mañanas aburridas, los desayunos, los viajes en coche a su empresa privada multimillonaria, los almuerzos, las tardes; nada. 

Está solo.

Inmensamente.

Por más de cinco miserables años en los que se ha dedicado a convertirse en uno de los hombres más importantes del momento, con una compañía de seguros internacionales que está en boca de todos y de tantos que quizás no hay número infinito que se le acerque. Y nada de eso le sirve.

La fama, el dinero, la elegancia, el porte, su encantadora sonrisa y sus ojos preciosos no parecen ser suficientes para conseguirle una mujer decente que quiera cuidar de su corazón de la manera en la que cree que lo merece y viceversa. Y es triste, Ashton está triste, porque él lo único que anhela es querer a alguien y que esa persona lo quiera a él devuelta y no a su dinero.

Todavía no ha pasado por ninguna situación de cazafortunas, aún no ha corrido con el desfortunio de encontrar a una atractiva mujer de cuerpo estilizado y cabello dorado que esté interesada en los ceros de su exuberante cuenta bancaria. Ashton de verdad que ha tenido la suerte de no toparse con ni una sola hasta el momento y ha llegado a creer incluso que el cielo lo está protegiendo de ello. 

Y lo agradece, por supuesto que sí. 

Lo que sí no le hace gracia es que le cuide las espaldas y no el corazón.

No lo tiene roto, solo decepcionado.

Todo el mundo parece estar enamorado menos él. 

Lo considera una maldición, a estas alturas de juego lo hace. Está harto de ver las revistas de farándula y enterarse de que Luke Hemmings va a tener a su primogénito con su adorada esposa, o que Michael Clifford se ha comprometido con su novia de unos miles de años, o que Calum Hood está de séptima luna de miel con su bellísima mujer mientras él se pasa los días sentado detrás de su escritorio creando un imperio que no tiene con quien compartir.

Nadie.

Ni un alma.

Está más solo que cualquier cosa solitaria en el mundo.

Y no es envidia de aquellos hombres igual de importantes que él. Bueno, tal vez sí un poco, pero eso es solo porque él también quiere tener un primogénito, y hasta cuatro hijos si así se diera el caso, él de igual forma quiere comprometerse y tener un millar de lunas de miel, una todos los años, y así mismo quiere amar y ser amado.

Eso último es lo que más desea, lo demás es todo material, él solo anhela el sentimiento, la compañía, una presencia amorosa con la que pueda compartir, y ya.

Ya.

Es un sensible, un blando, lo sabe, claro que sí, lo ha sabido desde que estaba en el Instituto y se enamoraba unas cinco veces al día y ni una sola le resultaba. Y quizás en esos tiempos debió de haberse dado cuenta de que está increíblemente maldito, condenado a la soledad eterna, a la miseria de ver cómo todo el mundo encuentra al amor de su vida y él parece simplemente tener una vida.

Kinks ✶ bdsm! [afi] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora