Prólogo.-

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Hay un periodista al otro lado de la calle, el largo lente de su cámara profesional apunta directamente a su ventana cuyas cortinas permanecen semi cerradas, permitiéndole entre ver el rostro con gafas del hombre de edad media, quien permanece a la espera de algo, lo que sea, para fotografiar. Jungkook no se mueve en absoluto, casi teme respirar, mientras hace un concurso silencioso con el hombre sobre quién se rinde primero.

Todas las luces de su habitación permanecen apagadas en un intento vano de hacerle creer al hombre que no está ahí, sin embargo, sabe que es imposible que se rinda de momento, sobre todo porque debe haber tomado varias ráfagas de fotos cuando los vio bajándose de los automóviles de la compañía tras un día de práctica. Los siete habían entrado al complejo de apartamentos haciendo ruido y riéndose demasiado alto de una broma de Hoseok, pero Jungkook había captado el flash de la cámara lo suficientemente rápido.

No se sintió tranquilo desde entonces, siempre demasiado prevenido con los fotógrafos y fans que rondaban su cotidianidad cómo sí fuesen un programa de realidad que debía siempre estar sintonizado. ¿Por qué no pueden tener tranquilidad ni siquiera estando en casa? Los últimos meses ya han sido demasiado duros en todo sentido cómo para tener que seguir preocupándose por dar un buen gesto a la prensa.

.- Cariño, ¿por qué no has salido a cenar? Jin dice que sí no te mueves, se comerá tu porción.

La voz del mayor retumba desde la entrada de su habitación, donde la luz se cuela con fuerza desde el pasillo porque ha abierto la puerta. Jungkook se gira a mirarlo, lamentando haber perdido el patético reto que se impuso a sí mismo de no moverse antes que el hombre, Taehyung le observa con curiosidad desde allí, su figura a contraluz dándole un aspecto que sólo acentúa su magnetismo y atractivo.

.- Hay... un hombre afuera – es lo que susurra en respuesta, girándose para poner toda su atención de nuevo en el hombre.

.- ¡¿Un hombre?! – Taehyung se adelanta con rapidez, sus pies descalzos cruzando el suelo frío mientras trata de adivinar sí debe preocuparse porque alguien esté tratando a su propiedad o algo similar – ¿Crees que debamos llamar a la policía?

Jungkook le mira sobre su hombro, casi divertido: .- Dudo que la policía nos haga caso sí llamamos por un fotógrafo, Tae.

La frase provoca una risa nerviosa en el mayor a la vez que sus hombros se destensan, deteniéndose junto al menor para observar por entre las cortinas al hombre de la cámara que no se rinde en su idea de tomar alguna fotografía y dado que la habitación de Jungkook es la única a la vista, concentra toda su energía en ella, pero a penas y capta la luz. Taehyung reposa su cabeza sobre el hombro del pequeño, aspirando su masculino, pero sutil aroma.

.- No te preocupes por eso, Jungkookie – susurra sobre su piel, provocando que sus vellos se erizasen con placer – Vamos mejor a cenar, mira que Jin realmente se comerá todo sí lo dejamos. ¿Qué dices?

Jungkook quiere, por un segundo, decirle que no, que no importa. Quiere decirle que prefiere quedarse ahí con su obsesiva necesidad de no moverse y ganarle al hombre porque constantemente se recuerda que es la prensa, sus fotógrafos y comentaristas, los que han hecho de los últimos meses de su vida una tortura: juzgando cada paso que da, cada error que comete, haciéndole ver como el miembro que debería abandonar BTS.

¿Quién diría que, luego de realmente desear irse, de incluso escapar por meses de su grupo y responsabilidades, Jungkook se aferraría tanto a la idea de no rendirse? De una forma extraña, le resultaba complaciente el no doblegarse incluso tras lo esfuerzos monumentales de los medios coreanos por hacerle daño. Cada día, al llegar la noche, no podía dejar de mirar al espejo y decirse que era más fuerte, mejor persona que ayer y que no le derrumbarían.

Quiere creer que podría mantener esa actitud siempre.

Por eso quiso decirle que iba a quedarse ahí, sin embargo, las manos de Taehyung sosteniendo su marcada cintura, su respiración suave sobre su piel y su cuerpo acoplándose casi perfecto con el suyo; hacen que sus pensamientos se desvíen hacia él, hacia el deseo latente de cerrar la puerta y dejarse llevar una noche más por los sentimientos que guardan el uno por el otro incluso tras tanto tiempo y dificultades.

.- ¿Cariño?

Jungkook sonríe, siempre sintiendo su pecho cálido ante el apelativo del mayor: .- De acuerdo, vamos... sólo porque realmente tengo hambre.

.- ¿Si? ¿Qué dices sí más tarde comes otra cosa? – la voz de Taehyung está cargada de doble intención cuando sus manos le giran en su lugar, sus ojos encontrándose con los del mayor en cuestión de segundos – Se me ocurre algo que seguro te llenará mucho.

Sus manos acarician el pecho del mayor, sintiendo el latido tranquilo de su corazón contra una de sus palmas antes de inclinarse sobre sus labios, aspirando: .- Me gusta esa idea, amor.

Taehyung le besa entonces, con fuerza y amor. Le besa como lleva haciéndolo desde que decidieron arriesgarse por una relación, después de mucho tiempo dándole vueltas al tema, preguntándose e incluso discutiendo hasta qué punto estaban dispuestos para arriesgar su reputación, su carrera y sus sueños. Le besa de la misma forma en qué lo hizo la primera vez tras haber dicho que sí a ser su novio.

Jungkook le besa también, con amor y entrega, tratando de silenciar la pregunta que acosa su mente de un segundo al otro: ¿qué pasaría sí un día, un fotógrafo como aquel que está fuera de su habitación en ese momento, les ve haciendo eso? 

A puerta cerrada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora