las personas juzgan porque no han sentido; el amor, el dolor y en el vientre los latidos de aquel nuevo ser. Solo se quedan enredados en prejuicios y el amor se queda en unos cuantos latidos.
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𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛...
Jimin salió corriendo, no se sentía fuerte para poder dejar que un ser que no tenía la culpa de sus errores se fuera así como así.
Siempre había sido una persona independiente, asumía sus responsabilidades y buscaba soluciones para ellas, esta no sería la excepción.
A pesar de haber salido de aquel lugar solo camino con lágrimas en los ojos, aún podía sentir la presión de ser juzgado en sus hombros. La desolación en su corazón era muy grande, talvez sería difícil olvidar este día o mejor dicho estos días que habían sido un infierno.
Cuando había llegado a su hogar se encontró con su madre que se acercó al ver sus ojos completamente rojos por el llanto, el solo se aferró a ella como si no existiese un mañana. Por su lado ella arrullo a su pequeño en sus brazos, recordando cuando él era un bebé, Jimin había sido la luz de sus ojos en sus momentos de crisis.
– ¿Bebé me dirás qué es lo que pasa?— pregunta ella acariciando sus cabellos castaños.
– mami discúlpame por favor— lloraba transmitiendo tanto dolor —Te decepcione – sus lágrimas salían unas tras otras.
– No lo has hecho mi bebé– siguió con sus caricias transmitiendo tranquilidad.
– Mamá estoy embarazado– soltó abrazando más fuerte a su madre temiendo que ella lo rechace y lo juzgue como todos, pero ella no lo soltó ni parecía sorprendida.
– mi pequeño Minie, ya lo sabía bebe... no estoy decepcionada, talvez yo tenga también parte de la culpa por no haber estado contigo para aconsejarte y además quien soy yo para molestarme— beso su frente limpiando las lágrimas del bello rostro de su hijo.
Era raro que una madre este tranquila, pero ella era una gran mujer, prefería mantenerse al margen, después de todo su hijo nunca la decepciono, ella trabajaba para darle una buena vida y él siempre había estado estudiando sacando sus mejores notas, así que ella decidió apoyar a su hijo para todo.
–Tranquilo bebe, veraz que estaré junto a ti– ella sonrió abrazando fuerte a su niño.
Para Jimin poco a poco terminaba lo peor, talvez muchas personas lo habían juzgado pero después de tanta tormenta, sentía salir el arcoíris pues su madre le apoyaba.
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Las cosas habían vuelto a tomar su curso, Su madre le acompaño a un médico para asegurarse que su hijo y el bebé estuvieran estables, pues temía que tengan algún tipo de complicaciones.
Por fin en el hospital se sintió aceptado debido a que los profesionales de salud lo habían tratado bien, diciendo que no había porque tener miedo y era común ver a adolescentes como el en ese estado, además ellos están para ayudarlos.
Ahora le tocaba ir al colegio a ver si le podían dar algún tipo de ayuda o facilitación. Junto a su madre se encontraban esperando en la dirección esperando a la directora que llegaría en unos minutos según la secretaria.
