Dieciocho

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Después que mi padre me obligará a comer algo realmente asqueroso y tuviera su charla desalentadora de que fracasaré como artista, nos dirijamos a una pequeña tienda a comprar unas bebidas. Vi un chico sentado en las escaleras a la distancia me llamó la atención por su pelo que le llegaba a los hombros ondulado en las puntas me miro a los ojos algo no esperado por lo que tuvimos una clase de choque de miradas y pude ver el color de ojos que cargaba eran unos ojos ¿azules? No, eran celestes! Un celeste llegando a blanco. Su piel era mestiza blanquecina, que jugaba con el color café oscuro de su pelo. Mire al frente. Traté de evadir cualquier mirada con el, cogí la botella he hice un intento fallido de abrirla, se lo pedí a mi padre. Terminamos de comprar y nos fuimos, me subí a la camioneta inevitablemente lo busque con la mirada cuando pasamos por la tienda pero ya no lo vi. Y ahí me di cuenta que otra vez lo volví a hacer. Me gustó una persona por su apariencia. 

El pasado en letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora