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𝗢𝗰𝘁𝘂𝗯𝗿𝗲 𝗱𝗲 𝟭𝟴𝟮𝟮
𝗟𝗼𝗻𝗱𝗿𝗲𝘀, 𝗜𝗻𝗴𝗹𝗮𝘁𝗲𝗿𝗿𝗮
En circunstancias normales, la visión de un tugurio de juego no pondría una sonrisa en la cara de Lord Jeon JungKook. Especialmente no uno de aspecto cuestionable en Cheapside.Pero esta noche tenía una razón para sonreír y una mejor para entrar en ese infierno.
Se inclinó hacia la derecha, sujetando el tirador de bronce de la puerta del coche, pero se detuvo cuando el movimiento provocó que un objeto duro chocara contra su cara externa del muslo.
De ninguna manera iba a entrar en un tugurio con eso en el bolsillo. Dudaba de que los sirvientes que se encargaban de los abrigos de los clientes no examinaran a fondo las prendas tan pronto como sus propietarios estaban fuera de la vista. La idea de un lacayo encontrando el regalo y preguntándose por qué podía alguien poseer algo así no le sentó bien. Extraño, teniendo en cuenta que no había tenido tantos reparos al comprar el objeto. Por otra parte, no estaba con otro hombre en ese momento. Pero sin duda esta noche se marcharía con uno. Y no cualquier, sino un hombre que se había convertido en mucho más que su amigo de la infancia.
Sólo tenía alrededor de veinticuatro años y JungKook ya poseía lo que la mayoría de los hombres se esforzaban por alcanzar durante toda su vida: el respeto de sus iguales, una cuenta bancaria solvente y sexo increíble con alguien que se sometía a cada uno de sus deseos. Alguien que lo amaba.
Riéndose con asombro ante su buena suerte, se quitó el abrigo, lo dobló cuidadosamente y lo colocó en el banco de cuero. Luego se bajó del carro y tiro de su gabán azul marino de noche para enderezarlo.
— Voy a estar cerca de una hora, pero permanece cerca —instruyó a su conductor. El aire de la noche de octubre era frío y denso, un insistente recordatorio de las lluvias que habían dejado los caminos de Rotherham a Londres convertidos en un lodazal.
Después de tres días de viaje y más de tres semanas de trabajo casi constante que sólo debería haberle llevado un par de semanas, JungKook debería haber estado exhausto. Y lo había estado, hasta el momento de dejar su casa en la ciudad para venir aquí.
JungKook rodeó a los muchachos que gesticulaban exageradamente en una conversación de borrachos junto a la farola y entró en el tugurio de juego de Dennett’s. El fornido guardiaestacionado en la entrada apenas lo miró antes de inclinar la cabeza, permitiéndole la entrada.
Mientras caminaba por el vestíbulo, su labio superior se curvó en una mueca al ver la alfombra escarlata, el papel igualmente vibrante que cubría las paredes y la tapicería de terciopelo gastado en los dos sillones de la esquina. Púrpura y rojo, una combinación horripilante. ¿Y acaso habían pintado de dorado cada pieza de metal expuesto? La araña, los candelabros en la mesita, e incluso las bisagras de la puerta brillaban de un color dorado brillante. El lugar era una imitación penosamente exagerada de los locales de juego para caballeros del West End. El paraíso de un comerciante codicioso. Definitivamente no se comparaba a los estándares a los que estaba habituado, pero Dennett’s estaba en una zona apartada y, lo más importante, a sólo cinco minutos en coche de la casa de Lord Kim SeokJin.
Se detuvo justo dentro de la sala principal y aprovechando su mayor estatura, escaneó la estancia. Los gritos de victoria, las maldiciones de derrota y el zumbido de muchas voces presionaron contra sus oídos. La charla de las diferentes mesas fluía bajo el estruendo: el susurro de unas cartas al ser barajadas, el clic de las fichas y el rodar de los dados. En menos de un segundo, encontró a Kim en la multitud. De constitución más ligera y unos diez centímetros por debajo de los uno noventa de JungKook, el hombre estaba en una de las mesas de juego cerca del centro de la habitación, de espaldas a JungKook. Una sonrisa curvó sus labios, el último rastro de agotamiento deslizándose de su cuerpo. ¿Habían pasado sólo cuatro semanas desde que lo había visto? Infiernos, se sentía como cuatro años. Con la mirada en los hombros encogidos y la rebelde mata de pelo castaño oscuro, JungKook serpenteó alrededor de los otros clientes.
Con una mano apoyada en el borde de la mesa de la ruleta, Kim se inclinó hacia delante para hacer su apuesta. Los faldones de su abrigo marrón se deslizaron por su culo cuando se inclinó por la cintura, sus caderas en un ángulo de lo más atractivo. JungKook abrió y cerró las manos, intentado reprimir el impulso de arrancar esas ropas mal confeccionadas y exponer el cuerpo esbelto, de dejar caer un golpe duro en ese redondeado culo y aferrar esas estrechas caderas, sosteniéndolo firme mientras él…
¡Para!
Apretando los dientes, aplastó la llamarada de lujuria y se tranquilizó con el conocimiento de que más tarde, esa noche, tendría tiempo de sobra para joder a Kim.
Se situó junto a él justo cuando el hombre se enderezó.
— Buenas tardes, Kim —dijo dándole una palmada en el hombro.
La mano de JungKook no permaneció en su hombro un instante más de lo que los buenos modales dictaban, pero sintió temblar a Kim. La capacidad de respuesta del hombre reforzaba su ego enormemente en el dormitorio, pero no era un rasgo tan deseable cuando estaban juntos en público. Kim aseguraba que se preocupaba demasiado, que nadie sospecharía nunca que Lord Jeon JungKook follaría a otro hombre. Aun así, JungKook no podía dejar de preocuparse. La sodomía estaba, por supuesto, en contra de la ley, sin mencionar que su reputación quedaría arruinada si se corría la voz. De ahí que una de las razones por las que JungKook había elegido este lugar en vez de White’s.
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han pasado varios meses una disculpa 😞 aquí solo un pedacito del segundo libro, fue complicado pq no podía hacer la adaptación ya que tenía que pasas todo literalmente y si era bastantito 😅 aunque ya todo mejor, la vdd no sé si seguir, si alguien la sigue esperando, porque aunque sea solo una persona que quiera que siga: seguiré. por favor házmelo saber. 🤗
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𝗮𝘁𝗮𝗱𝗼𝘀 ❥ ◜𝗄𝗈𝗈𝗄𝗃𝗂𝗇◞
Fanfic❥ || kim seokjin tiene un secreto─ ❜ ❥ contenido homosexual. ❥ top jjk ϟ bottom ksj. ❥ capítulos largos.