✿ one-shots; haikyuu ✿ [pausado]

❀ Kurō Tetsurou ❀

Pedido realizado por: _fallen_angels_bvb_

Un mes después lo traigo...

Siento la tardanza... En fin, ya sabéis lo que ha pasado entre medio... *suspiro*

De todos formas, espero que os guste. ;D

I fucking simp for Kurō.

PD, pido perdón de antemano por las posibles faltas ortográficas.

Es todo un cliché que me hubiera enamorado de Kurō, el popular chico de la escuela, capitán del prestigioso equipo de voleibol y la razón causante de tantos suspiros por parte de las chicas. Pero para rematar esa común historia desamor por mi parte, su mejor amiga tenía que ser yo.

«La mejor amiga enamorada del buenorro mejor amigo, cómo no», pensé sarcástica un día mientras lo miraba hacer un torneo de práctica.

A mi lado estaba Kenma, que tomaba un descanso y tampoco veía mucho provecho a lo que sus compañeros hacían, pues eso, más que entrenar duro para poder jugar contra Karasuno la próxima semana, era un campo de guerra donde se lanzaban las pelotas para ver quién mataba a quién.

Suspiré por trigésima quinta vez ese día y apoyé la barbilla en mis rodillas pegadas al pecho, mirando con ensoñación a Kurō. Él reía con esa clásica risa suya que me arrancaba una sonrisa, burlándose de alguien, señalándolo y riéndose otra vez. Sus profundos ojos se entrecerraban y sus labios se curvaban hacia arriba y aparecía la razón por la cual yo siempre estaba feliz si él también lo estaba. Después de secarse las lágrimas con esos dedos largos pero firmes, se llevó la mano a la cintura y volvió a reírse, flexionando levemente las piernas, tensando los muslos que, a mi parecer, estaban demasiado bien definidos.

Sonreí y volví a suspirar, imaginando todo tipo de escenarios imposibles con él. Me gustaba tanto que dolía no poder hacer nada. Es decir, ya sabía cómo acababan todos los clichés: quien se enamora pierde siempre.

Me conformaba con mirarlo de cerca y ser alguien en el cual él podría confiar siempre... O eso creía, pues mi deseo de poder ser algo más que amigos creció de tal forma que ese manojo de impulsos incontrolables que me amanezaban con soltar palabras de las cuales me arrepentiría poco después me llevó a entrar en una crisis viciosa sin salida y al final me vi obligada a decidir: ¿decirle o no mis sentimientos? Esa era la cuestión.