EL BAILE TE DEJA DINERO

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La música comienza y el dinero llega solo; así funciona este trabajo que tanta gente ve mal, pero que son las mismas personas que consumen más de él. Sube la luna y yo como ella, asciendo al escenario y en el, muestro con mis movimientos el significado de lo que es sensualidad; las mujeres lanzando billetes, los homosexuales aclamándome con admiración y provocando dudas entre los heteros de su sexualidad. Va cayendo la ropa y junto con ella llega la renta de los próximos dos meses, cientos de personas yendo a ese pequeño teibol solamente por ser la atracción; mujeres y hombres pagando cientos de dólares solamente para un privado, en el que solamente si eras de mi agrado daba lo que deseaban, soy una clase de estrella porno sin siquiera necesitar grabar un vídeo; reconocido por mis ojos azules, mi cabello y barba oscura como la noche y una piel tan fina como porcelana, blanca como la leche, pero con el cuerpo de un hombre fornido y el tatuaje de unas alas negras en mi espalda.

El sexo para alguien como yo, no era nada difícil y en realidad era una buena distracción de las cosas que atormentan mi mente al día, además es una buena forma de conseguir dinero haciendo algo en lo que me han catalogado como el mejor siempre; tanto tiempo haciendo esto que tengo clientas que me frecuentan y ya es normal hacerlo con ellas. Para nada era una vida de la que me arrepintiera, sexo, alcohol y adicciones era mi vida diaria. Pasar el humo de marihuana de boca en boca era natural, hacer rayas de cocaína por mi abdomen, compartir bebida con una desconocida incluyendo la cama; son gustos que me puedo dar.

La vida en casa es sencilla, un departamento promedio en San Francisco; siendo un hombre con placeres sencillos. Dentro de este departamento también se hospeda mi mejor amigo Alberto, compañero de trabajo y amigo de casi toda la vida, junto a él siempre avanzando sin mirar atrás; una vida buena siempre con comida y sin problemas de dinero u enfermedades de transmisión sexual. Un día luego del trabajo Alberto me preguntó algo nuevo.

- Bruno, ¿Nunca has pensado que perdonar es mejor que el rencor?.- Me preguntó pensativo.

- ¿A qué viene esa pregunta Alberto?.- Conteste su cuestionamiento con otro algo extrañado.

- Mi mujer antes de huir contigo por una "oportunidad mejor", me dijo que jamás me lo perdonaría; no me malentiendas estos años han sido increíbles y nunca me sentí tan vivo, pero siento culpa desde hace un  tiempo siendo sincero.- Dijo triste y se notaba en su rostro que estaba decaído.

- Yo siento rencor y sigo vivo, no me a dañado el alma, solamente haz lo que te plazca Alberto la vida es para eso.- Le dije honesto para que se relajara.

- Está bien Bruno, gracias me ayuda a vivir un poco que eres mi amigo.- Mencionó sonriente.

- No Alberto, yo te doy la vida.- Seguido de una risa burlona por el comentario que hizo.

A pesar de ser mejores amigos Alberto no conoce al cien por ciento todo lo que pienso y siento, pero es bueno, mientras menos me entienda mejor; mi vida a pesar de ser buena siempre tiene de buen acompañante al pecado, el mejor amigo de mis aventuras, para mí no aplica el plan de Dios, por mi profesión y mis costumbres cotidianas. Yo y Alberto tenemos a nuestra rueda de amigos que son alrededor de nuestras edades; veintidós a veintiséis años, es lo que tenemos todos los que salimos juntos de fiesta; mi mejor amiga Hannah, vive con su pareja y aun así de vez en cuando nos estudiamos para ver algún cambio en nosotros. Dejando de lado a una o dos de mis ex's, ella es lo más cercano a estar enamorado que había sentido.

En un antro, algo alcoholizados por grandes cantidades de vodka en la sangre decidimos entrar al baño con seguro. La temperatura subió con el alcohol; sabia como le gustaba que la trataran y que su novio no entendía, empezando con besos en el cuello y con fuerza poniéndola contra la pared, sus brazos sujetados con los míos; sabía que a ella le excitaba sentirse deseada, susurrando cosas al oído mientras con fuerza estaba al borde de romper su blusa y con su minifalda casi abajo. Con poca iluminación del baño y pequeños destellos de diferentes colores que lograban colarse de la pista; teniéndola sumisa y al borde de rogar que tuvieramos sexo, comencé acariciando su piel canela, haciendo pequeños roces cerca del oído, poniéndola de frente para poder ver en su rostro mi expresión favorita de ella; el deseo de su mirada transmitido por las esmeraldas que tenía en su ojos, me obligaba a lamer y probar cada poro de su piel. Siempre iniciando con sus senos y pezones, para bajar a su vagina y hacer lo que deseaba; pasado un tiempo prolongado para que los dos estuviéramos satisfechos, salimos como si nada hubiera sucedido pero ese día fue diferente.

- Bruno, tengo que hablar contigo.- Dijo con una expresión preocupada en su cara.

- Hannah, ¿Tiene que ser ahora? Te conozco de pies a cabeza y se que es algo malo por tu rostro.- Contestó negándose a tener una charla.

- ¡Tenemos que parar!.- Alzando la voz para tener la atención que quería de él.

- Sorpréndeme, ¿Lo siguiente será que nunca disfrutaste cuando cogíamos?.- Algo molesto y con una voz a la defensiva le preguntó.

- No negaré nada y no te tienes que comportar como un idiota, me casare con Abel.- Molesta dijo mientras se daba la vuelta y salía de la fiesta.

Las cosas no se podían quedar así, entonces salí a buscarla, me calme un poco y pensé bien donde podría estar; buscando cerca de una parada de autobuses y me acerque a ella.

- Entonces... ¿Estás comprometida, desde hace cuánto?.- Preguntó tranquilo sentándose a su lado.

- Si, desde ayer en la noche.- Contesto sin mirarlo a la cara.

- Fue bueno mientras duro, ¿no crees?.- Dijo Bruno encendiendo un cigarro.

- Lo fue, muchos años te pertenecieron a ti y pues Alberto solamente un buen amigo.- Mencionó nostálgica.

- Tu viaje con nosotros acaba aquí entonces, fue lindo sé que te irá bien con él y espero ser padrino de su primer hijo.- Riendo un poco le dijo mientras la abrazaba.

- Lo amo Bruno, no entiendo que paso con Abel pero tengo que alejarme de ti para no dañarlo más; espero entiendas mi decisión dentro de poco nos iremos de San Francisco, no puedo decirte a donde lo siento.- Dijo alejando a Bruno de ella con la voz entrecortada.

- Entonces será el adiós, cuídate Hannah, cuéntales mis historias a tus hijos y no olvides que te... Olvídalo, iba a decir algo tonto, suerte en tu viaje.- Apagando su cigarro y con la mirada al suelo Bruno fue en dirección a su hogar.

Y una vez más alguien que el amo, se fue y el único que tenía a su lado como siempre era a Alberto. Antes de caer dormido solo escucho que pregunto "¿Otro menos del grupo?" y su voz contestando "Si, otro menos" mientras se apagaba.

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2020 ⏰

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ALAS NEGRAS, ROSTRO CARMESÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora