Se acaba mi desvelo como la historia sentenciada a terminar desde que inició, sin elogios, ni finales épicos, sólo un desvelo más como cualquier otro, sin que logrará alguna satisfacción existencial, o propósito alguno, me vuelco a mi, mientras la tenue luz del celular llega a mi cara, acudo a Dios y tapó mis oídos, lloro sin lágrimas, mientras mi alma gripa aprisionada, recurro a estas palabras, solo para pedirme perdón, un perdón desvelado, un perdón sin vacilación.
Me estremezco, pero no es suficiente para ahogar las desolación, lagrima inservible.