La resolución de un si eterno, no es más que la inocencia frustrada de un infancia desolada.
Cuántas veces dije si con mis silencios y cuantas veces más lo dije con mis actos. Conozco el final que me espera impaciente, gritando de júbilo por mi alma decadente. Pequeños son los logros y amargas mis derrotas, pero haber dicho que no, ha sido mi espada triunfante, que vergonzosamente ha perdido filo, pero se niega a negar de cortar.
Perdoname por no decir no.