Prólogo

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Desde cierto suceso ocurrido en la vida de Jiang Cheng, su mundo se había vuelto monótono y aburrido, solitario y cansado.

Vivía sin compañía en una casa grande y empolvada, cubriéndose en el silencio de la misma cada mañana, cada noche. En sus tiempos libres y cuando no estaba estudiando, simplemente se ponía a ver la televisión o a juguetear un rato con el celular. No había nada más que hacer.

Como cada día desde hace dos años, se levantaba a las seis y media, ni más ni menos, se daba una ducha, se vestía y emprendía el rumbo a la cafetería que se encontraba cerca a su casa.

Pero no, él no iba por un desayuno y café, él iba porque tenía que entregar desayunos y cafés.

Ese era su trabajo, era un honrado camarero en la cafetería "Loto Salvaje", en la que tenía que usar una camisa de mangas largas blanca, un delantal color morado con diseños de lotos en él y unas bonitas orejitas de gato, aunque él muchas veces ignoraba el último elemento de su uniforme, justo como planeaba hacerlo hoy.

No es como si Jiang Cheng quisiera usar este tipo de ropa, es solo que técnicamente no tenía opción, bien, de hecho podría ir a buscar trabajo en algún otro lugar en el que no tenga que usar orejas de gato, podría incluso trabajar como repartidor de pizzas, pero no, esta cafetería estaba cerca de su casa, cerca de la universidad y la paga era muy buena.

Además, su más grande punto a favor era que conocía muy bien a la dueña. No iba a darse el lujo de ser caprichoso y soltar esta única buena fortuna, aunque ganas no le faltaran en ocasiones.

Faltaban pocos pasos para que llegase a su destino, desde donde estaba podía observar el elefante logo en la entrada, era una taza de café humeante color marrón, a su lado, como una decoración a la izquierda de la taza, se encontraba una flor de loto blanca, esto iba acompañado del nombre del local escrito con caligrafía simple pero adecuada, como lo es el café.

Loto Salvaje. Sí, otras de las razones por las que Jiang Cheng aún estaba en esa cafetería era porque le gustaba el nombre.

Cuando por fin llega la primera en recibirlo es MianMian, una chica bonita pero un tanto bajita, aunque su carácter apasionado la hacía ver más grande.

- Buenos días pequeño Jiang. - dice la chica sin abandonar su trabajo, el cual es limpiar y ordenar las mesas.

Cheng rueda los ojos ante cómo es llamado, MianMian es mayor a él solo por un año, aún así todavía se atreve a llamarlo "pequeño."

- Buenos días MianMian... - responde el saludo, con un tono aburrido que ya no sorprende a nadie ahí.

- Vaya, parece que el hermano Cheng no está de humor hoy. - La pequeña voz sale desde la cocina y solo por el tono suave aun dentro de la burla, Jiang Cheng sabe que es Mo XuanYu.

- ¿Cuándo está de humor en realidad? - Agrega Xue Yang, ya posicionado detrás de la caja registradora para atender cualquier pedido del cliente.

- Tsk, no eres quién para hablar, si la jefa no te lo advirtiera probablemente ya hubieses golpeado a alguien por tu impaciencia. Recuerda: el cliente siempre tiene la razón. - Dice MianMian con toda la pasión de una mesera.

Xue Yang solo la ignora, lo que ocasiona una nueva pelea entre ambos muchachos como suele suceder y Mo XuanYu trata de apaciguar a ambos mientras hace los postres y dulces, solo logrando calmarlos cuando promete que sí paran, mañana les traerá galletitas de avena.

Y nadie es capaz de rechazar o resistir sus galletas de avena.

Jiang Cheng solo los escucha interactuar mientras se viste con el uniforme. Puede que nunca lo exprese, pero parte de verlos a todos ellos es lo que hace menos aburrida su vida, después de todo ya los conoce desde hace dos años, excepto a Xue Yang, que reemplazó hace un año a otro muchacho llamado Su She.

Pero logró adaptarse a todos y todo pronto, entonces se puede decir que ese conjunto de personas eran especiales para Jiang Cheng.

- Bien, dejemos la charla para después, ya casi son las ocho, deberíamos tener todo listo para abrir.

Cada uno de ellos asiente, nadie lo había expresado, pero tácitamente sabían que si debían pensar en un líder, ese era Jiang Cheng. Simplemente era cuestión de ver su carácter y saberlo, este joven era un líder innato.

Es así como un día más pasa, cuando Xue Yang y él deben dejar su puesto para poder asistir a la universidad, son los hermanos Wen, siempre puntuales, los que van y los reemplazan; y cuando era Mo XuanYu el que debía asistir a sus clases no podían reemplazarlo, nadie hacía los pastelitos, tartas, galletas, etc. como él. Por lo que en la mañana hacía la mayor cantidad de todo para que así no tengan problemas en su ausencia.

El pequeño Mo era el menor y todos, incluso Jiang Cheng, se daban un tiempo para consentirlo.

Al finalizar sus clases, el Jiang volvería a la cafetería otra vez, ayudaría a cerrar el lugar y, en secreto, le regalaría unas cuántas monedas más a MianMian, quién cada vez lo miraría con ojos de profundo agradecimiento.

Sin ya nada más que hacer, volvía a casa, se duchaba, estudiaba lo que tenía que estudiar y si era capaz se arrastraba hasta su cama, si el cansancio era tan grande, simplemente se recostaba entre los libros de economía, cerraba los ojos y soñaba.

A veces sus sueños eran recuerdos, tenía veinticuatro años este año, pero él desearía no poder avanzar más, retroceder un poco el tiempo y todavía ser un joven de quince años, en ese tiempo aunque no era completamente perfecto, al menos no estaba solo.

Otras veces sus sueños eran anhelos, como el terminar de estudiar, visitar a su hermana mayor en LangLing, porque definitivamente tenía que verla otra vez, hacer que la cafetería crezca aún más, porque aunque no era el dueño, ese lugar le dio también un lugar, también estaba el encontrar a su hermano y patearlo. Y... El menos recurrente pero más sentido, era el de volver a ver a esa persona.

¿Aunque qué ganaría con ello? Cuando ni siquiera estuvo alguna vez en sus ojos, si se vuelven a ver, probablemente Jiang Cheng será un extraño para él, porque nunca fueron conocidos en primer lugar.

Prefería no soñar eso, prefería no soñar nada, porque todo solo lo hacía sentir más miserable.

Jiang Cheng también soñaba con abandonar, también soñaba con qué tan agradable sería renunciar a la vida.

Porque Jiang Cheng odiaba su soledad.

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¡Hola a todos! Aquí iniciamos un nuevo viaje con esta historia, ¿qué les pareció este prólogo?

Espero que tengan teorías, porque en sí, esta historia es muy compleja. Gracias por leer.

Los quiero.

Atte: Sesi.

Los inolvidables sentimientos del primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora