Capítulo 1

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La tristeza vuela en las alas del tiempo”

—Jean de La Fontaine.
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A diferencia de otros días, hoy se levanta media hora más temprano de lo usual, a pesar de que la mañana es fría, no siente que pueda dormir más.

Su cuerpo se siente sudado, aletargado y pesado, sensaciones que le indican que necesita urgentemente una ducha para calmarse.

No entiende porqué está así en realidad, solo sabe que tuvo una sensación extraña que lo obligó a abrir los ojos, no con susto, más bien con anhelo.

Un anhelo que siente olvidado, porque no puede recordar.

Decide ignorar este sentimiento, decide ignorar que su mente, quien causó todo en primer lugar, quiere respuestas y decide como mejor opción adelantar su rutina de hoy.

La ducha que toma es fría, para despertar sus sentidos, o para congelarlo tal vez, cuando el agua tiene contacto con su piel, Jiang Cheng ya no está seguro de lo buscaba. Aún así, temblando, se siente más relajado.

Como algo ya arraigado a la costumbre, después de vestirse cómodamente para un día como hoy, nublado y sin sol, recorre su silenciosa casa. Grande, muy grande como para que solo una persona viva en ese lugar, no importa cuánto se esfuerce sus fines de semana libres en limpiar de aquí y allá, el polvo siempre encontrará un lugar para aferrarse.

El polvo es como aquellos recuerdos que él cree eliminados, pero siempre vuelven a surgir.

Es bien sabido que el hábito hace que cualquiera sea empático y se adapte muy pronto a su situación en el presente, por eso mismo, después de una cierta cantidad de años, él había aprendido a convivir con el polvo y a esperar pacientemente el momento para limpiarlo.

La sensación de soledad en la sala le hace pensar fugazmente que debería adoptar una mascota para hacerle compañía, pero desecha ese pensamiento, porque no importa cuánto quiera, todavía quiere ser fiel a su promesa del pasado. Puede contentarse con ver perritos jugar en el parque, es suficiente.

Sólo hay una cosa con la que no se siente completamente feliz.

El silencio.

Aprecia el silencio y la calma del mismo, le da cierta paz del estrés diario causado por esa cosa llamada sobrevivencia, pero al mismo tiempo, cuando es mucho, lo sofoca; lo que lo llevó a crear un mal hábito, o no, él no sabe exactamente si lo es.

Lo cierto es que, cuando el silencio es lo suficientemente insoportable, no tarda en prender la radio colocando el volumen medianamente alto, busca alguna emisora en la que pueda encontrar buena música, se recuesta en el sillón y deja que la música flote hasta sus oídos. Entonces el silencio se va.

Entonces se siente más cómodo.

Hoy puede darse el lujo de descansar un poco más antes de oficialmente iniciar su marcha al trabajo, son los beneficios de haberse levantado un poco más temprano de lo normal.

Hoy es un hermoso viernes, lo que significa el último día de la semana en el que debe ir a clase, último día de la semana en el que es su turno por la mañana y... Sí, no hay más beneficios para el viernes.

Excepto en que tal vez es el mejor día para ir corriendo al trabajo, porque en su descuido soñador por el viernes, no nota que los minutos han pasado rápido y va un tanto retrasado.

Jeh, no debió haberse confiado.

«Jodido viernes», piensa mientras se amarra las agujetas de sus zapatillas, antes de salir de casa. «Sabía que eras demasiado bueno para ser real, ahora voy tarde, maldita sea.»

Los inolvidables sentimientos del primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora