Era invierno, la estación que más odiaba Marinette. Es que por culpa de la influencia de su Miraculous ella sentía con demasiada intensidad el frío.
Y se sentía desprotegida, aunque tenía un paraguas, ella lo sostenía sola aquél tormentoso día.
Marinette no pudo evitar recordar cuando su enamorado se lo dió.El chico le regaló un hermosa risa aquella vez, y en cambio ella le regaló su corazón entero, esperando que él lo tomara.
Esperaba guardar el paraguas y sostenerlo al lado de él, bajo toda esta lluvia.Pero ella había quedado sola con el paraguas, y se dió cuenta: También con los sentimientos que surgieron en ella ese día.
Ella fué la única que sintió aquella magia cuando el relámpago retumbaba. Cuando sus manos se rozaron en la manija del paraguas.Se sentía triste al admitir que quizás ese día era sólo un día de lluvia después de todo, nada especial para él.
La chica lo había dado todo y lloró al darse cuenta que no era suficiente.
Adrien nunca podría enamorarse de ella, porque no lo hizo.Y aunque ella lo adorara de una manera demasiado grande, quizás no estaban destinados a ser después de todo. Y aquella magia que ella sintió fué sólo ella.
Y en ese día decidió que era hora de devolverle el paraguas, ya no quería estar enamorada de él, no quería sentirse más avergonzada de lo que ya estaba.
Él estaba tomado por otra persona.
Y Marinette debía aceptarlo y dejar de pensar en él.
Sus sentimientos ya le habían hecho demasiado mal a sí misma y a terceros.Quizás ese paraguas sólo era señal de decepción.
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Adrien acababa de salir de clase, y afuera estaba lloviendo, no pudo evitar recordar aquél día de clase cuando aún todo era nuevo para él.
Y él recordó feliz que así hizo a su primera amiga por su propia cuenta.
La lluvia antes era señal de tristeza, porque su madre desapareció en un día lluvioso, en cambio ahora significaba un poco más.Le gustaba la lluvia ahora.
Se sentía más libre ahora.
La lluvia era señal de un bonito recuerdo para él, de su primera amiga, de poder librarse de las cadenas que su propio padre le impuso.
Unos pasos resonaron tras de él, y cuando vió quién era, no pudo evitar sonreír bellamente a la recién llegada.
Su amiga Marinette estaba allí, apartando un poco la mirada y sin decir nada, pero se acercó a él.—¡Hola Marinette! ¿Estás bien?— saludó amablemente y sin embargo se notaba un tinte de preocupación en su voz.
La chica parece que por fin tuvo el valor de verlo a la cara.
Y a Adrien le encantaron los ojos de su querida amiga, él tenía una debilidad por ese tono específico ya que le recordaba a su Lady. Ladybug. Se corrigió mentalmente.—No, ¡Digo sí! Estoy,estoy bien. Yo sólo... —La chica soltó un suspiro, pero parecía que finalmente tuvo el valor de decir lo que la atormentaba.
—Sólo quería darte algo antes de que tu conductor llegara —admitió con un indicio de sonrojo en su rostro, mirándolo con sus grandes ojos azules y largas pestañas negras.
Él asintió, por un segundo imaginando que en lugar de Marinette estuviera otra chica de ojos azules.
En eso, la azabache sacó de su mochila un paraguas negro doblado.
Adrien no pudo evitar pensar que se le hacía familiar.