Una Mañana Tranquila

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Narra Esther

Lo único que recuerdo de anoche es que un chico se acercó y yo lo abracé con fuerza buscando el consuelo. Ahora estoy aquí, calentita entre mantas, pero no sé cómo llegué a mi casa. Abro los ojos lentamente, esta no es mi habitación a lo que me siento y noto que ni siquiera llevo pantalón. Me giro, veo a un chico, moreno, cejas gruesas, pestañas medianamente largas, labios gruesos y con un color rojizo. Miro alrededor, me levanto con cuidado de no despertarlo, me pongo el pantalón y los zapatos. Palpo mis bolsillos en busca del móvil y las llaves de mi casa, pero ni siquiera los noto. Me preocupo bastante, miro alrededor, veo mis llaves, las cojo y las guardo. Sigo buscando mi móvil bastante preocupada, lo veo sobre su mesita, debería haberlo dejado él seguramente, pero hay un pequeño problema, los dos son iguales, ay dios, ahora tengo que estar mirando para ver cuál es el mío. Me acerco a la mesita, cojo uno de los móviles, lo enciendo y veo que no es el mío por lo que cojo el otro.

-Buenos días- escucho una voz ronca detrás de mí a lo que me giro y veo que me está mirando.

-Buenos días- respondo yo nerviosa. -Creo que ya me voy- guardo mi teléfono en el bolsillo.

-Espera, bajo contigo y desayunamos- se levanta y veo que está solamente en boxers.

SANTO DIOS, aparto la mirada incómoda mientras él se pone un simple pantalón negro, ¿UN SIMPLE PANTALÓN NEGRO? DIOS MIS HORMONAS ESTÁN MÁS FELICES HOY QUE EN TODA MI VIDA. Intento barajar mis hormonas, abre la puerta y salimos.

-¿Incómoda?- pregunta él con una sonrisa.

-¿Yo? No- respondo sin mirarlo y bajamos las escaleras.

-Buenos días bellos durmientes- dice un chico con el pelo muy alborotado.

-Daniel, cierra el pico- dice mi morenazo buenorro.

Daniel pone el desayuno en la mesa y nos sentamos. Empiezo a desayunar tranquilamente, la verdad que muero de hambre, termino y empiezo a recoger la mesa. Daniel se va y él me mira.

-¿Pasa algo...?- pregunto

-No, me llamo Rafa, por si quieres saberlo- responde él y sonríe de lado.

-Yo me llamo Esther, encantada- sonrío

-Un placer haberte conocido, Esther- sonríe, se levanta y se acerca a mí.       -Esther, ¿qué te pasaba anoche?- acaricia mi mejilla y cierro mis ojos para sentir mejor su tacto. -Preciosa, dímelo- baja el dedo y su caricia a mi barbilla tan cerca de mi labio.

-No... no pasaba nada- intento no estar tan tensa.

-Estabas llorando, te abrazaste a mí y te calmaste. ¿Qué pasaba?- me mira a los ojos.

-Una semana difícil Rafa...- respondo yo y me aparto para apoyarme en la encimera.

-Cuéntame, ¿algo con la familia? ¿Amigos?- yo niego y se vuelve a pegar a mí- dime qué pasaba y te ayudaré.

-Mi novio me deja, a mi abuelo le diagnostican esclerosis múltiple, a mi padre un tumor cerebral, mi madre casi tiene un accidente- digo casi apunto de echarme a llorar ya.

-Vale, me hago una idea, tranquila- me abraza y acaricia mi espalda.

Lo abrazo y me apoyo en su pecho. Suspiro, me relajo, su mano sube y baja por mi espalda, la otra acaricia lentamente mi pelo, me relajo entre sus brazos. Levanto mi cabeza y lo miro fijamente. Sus ojos se posan sobre los míos, paso lentamente mi lengua entre mis labios, su mano se pone en mi barbilla, nos acercamos un poco, nuestras narices se rozan.

-Hola.- entra alguien por la puerta haciendo que nos separemos al momento.

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Amor Sobre La Arena De La Playa {SKUAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora