Buckinghamshire - Reino Unido.
Noviembre, 2018.
Los rayos del sol bañaban su piel con calidez mientras las flores del sendero cosquilleaban sus piernas a medida que atravesaba la hierba. Sus enormes y brillantes ojos verdes miraban con atención las mariposas que descansaban sobre algunas de las diversas plantas para posteriormente echar a volar y una sonrisa le colgaba de las comisuras cuando éstas conseguían una gran altura hasta perderse con el celeste del cielo.
—¡Lauren!— la conocida voz de su madre le hizo dar media vuelta mientras Clara llegaba agitada a su lado tras haberla perseguido —No te alejes así cariño, podrías perderte.
—¿Ya viste lo hermoso que es todo, mami?— la alegría e inocencia eran palpables en su voz, en una combinación que denotaba su temprana edad.
La mujer sonrió acariciándole el cabello para posteriormente ponerse al nivel de la pequeña de tan sólo cuatro años.
—Es verdad, mi amor. Este lugar es precioso— asintió. Lauren continuó admirando el paisaje por algunos segundos hasta que percibió un cambio en la mirada de su madre; sus ojos habían pasado a ser melancólicos y repletos de culpa. La miraban con una tristeza que caló el corazón de la pequeña.
—¿Qué sucede, mami? ¿No te gusta esto?— cuestionó ella con el ceño fruncido y evidente curiosidad ante el abrupto cambio.
Clara negó con tristeza, acariciando gentilmente la piel de su mejilla.
—Es hora de que nos dejes ir, amor— los antes cálidos ojos de su madre se habían humedecido para dar paso a una expresión de irremediable nostalgia.
—¿Dejarlos ir?— la pequeña se hallaba confundida —¿A dónde irán? ¿Puedo acompañarlos?
Clara negó cuando la primera lágrima rodó.
—Recuerda quien eres, Lauren. Y no permitas que nadie te quite eso.
Sus ojos se abrieron de golpe mientras se incorporaba sobre la cama en busca del aire que parecía haberse evaporado en sus pulmones. Sudor frío le bañaba la frente y parte de la espalda, confirmándole que todo se había tratado de una horrible pesadilla.
Haciendo a un lado las sábanas, se puso de pie para dirigirse al baño con la respiración agitada.Hacía tanto que no tenía una pesadilla. Y mucho menos una sobre sus padres.
Abrió el grifo mojando sus manos en agua fría para llevarlas a su nuca y cerrar los ojos en busca de un poco de tranquilidad. Sus ojos aún se hallaban humedecidos y la sensación de confusión seguía presente en su pecho. Un nudo le estrangulaba la garganta, peleando por hacerle caer, sin embargo no sería una batalla que perdería aquella noche. Se negaba rotundamente a llorar nuevamente por la misma situación; era tiempo de olvidar ese punto débil.
Antes de que la horrible pesadilla volviese a su memoria para jugarle en contra, cuatro golpes resonaron en la puerta de su dormitorio. Sus ojos se abrieron casi instantáneamente y un ceño fruncido le adornó el rostro al salir del baño y confirmar la hora en su reloj digital; 2:30 am. Con el ceño aún fruncido se dirigió a la puerta hasta abrir la misma, hallando la figura de una chica que parecía nerviosa y excesivamente inquieta.
—¿E-eres Lauren?— cuestionó vacilante recibiendo un asentimiento algo dudoso como respuesta —Es sobre Christopher— tan pronto el nombre de su hermano menor abandonó los labios de aquella desconocida, los sentidos de Lauren parecieron despertar de golpe —; está en problemas.
ESTÁS LEYENDO
Hasta siempre.
FanfictionUn orfanato exclusivamente para chicas. Mentiras. Secretos. Misterios. Amor. Una combinación que la destruyó y la hizo amar irremediablemente a la vez.