Pide un deseo

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 690.

01.- Pide un deseo

Plagg estaba extraño y no es que el kwami tuviese un comportamiento coherente y lógico por norma general, pero estaba callado y apenas se había tragado quince porciones de camembert para desayunar. Adrien lo observó suspirar con una ceja enarcada.

—¿Estás bien, Plagg?

—No.

—¿Qué te ocurre?

Plagg le miró con los ojos entrecerrados y un puchero.

—Me estaba acordando de Kage.

—¿De quién?

—Uno de mis portadores, era un cursi como tú.

Adrien no se quejó por el enésimo cursi del día, Plagg no acostumbraba a hablar de sus portadores ni de nada que implicase sentimientos.

—¿Fue un buen portador?

—Era divertido, era un ninja. No necesitaba el prodigio para correr a toda velocidad o moverse con agilidad.

—Debía ser genial.

—A veces me recuerdas a él. Se enamoró de la portadora de Tikki, igual que tú.

Le prestó atención, preguntándose si le dejaría caer alguna información importante por descuido. Plagg suspiró y se dejó caer con dramatismo sobre la almohada.

—Si las cosas fueran más fáciles...

—Vaya, Plagg, te ha afectado mucho acordarte de ese portador.

El kwami movió la cabecita para mirarle como si no le quedasen fuerzas suficientes para nada más.

—Tengo que hablar con Tikki.

—Pero...

Plagg no le dio tiempo para acabar la frase, salió disparado por el ventanal, dejándole sorprendido y preocupado.

El kwami de la destrucción voló de forma irregular subiendo y bajando, dando vueltas innecesarias hasta llegar a casa de Marinette. Se detuvo sobre la trampilla de la claraboya y la golpeó rítmicamente.

Esperó hasta que vio a Marinette asomarse y subir la escalera sorprendida.

—¿Plagg? —Marinette mantuvo la trampilla abierta para que pudiese entrar—. ¿Ha ocurrido algo?

—Quiero hablar con Tikki.

La muchacha miró a su pequeña kwami que asintió y se acercó a ellos sin perder un segundo.

—Vamos afuera —sugirió Tikki, si Plagg estaba allí por lo que creía era mejor que Marinette no oyera nada—, parece que necesitas aire fresco.

Marinette supuso que sería alguna charla entre enamorados, por lo que regresó a sus quehaceres otorgándoles la intimidad que necesitaban.

Los dos kwami se sentaron junto a la chimenea, en un pequeño espacio en el que su sombra se proyectaba. Plagg soltó un hondo suspiro.

—¿También te has acordado de Mitsuki y Kage?

Plagg asintió como si le supusiese un gran esfuerzo el hacerlo.

—He soñado con él, Tikki —murmuró con tristeza—. He soñado que le reducía a cenizas con mi cataclismo.

—Nunca habrías hecho algo así, Plagg.

—¿Cómo lo sabes? Destruyo todo lo que toco, soy la materialización de la destrucción y el caos.

—No es cierto —replicó Tikki dolida—. No eres malvado, no eres todo destrucción. Querías a Kage igual que quieres a Adrien.

—Eso es un problema.

Le comprendía, Plagg le tenía demasiado miedo a la pérdida, su carácter volátil y caótico le impedía establecer relaciones profundas con sus portadores. Sólo recordaba a cuatro portadores con los que había llegado a establecer un vínculo auténtico y, con tres de ellos, había acabado todo en tragedia.

—La historia no se repetirá, estoy segura.

—Siempre tan optimista, Tikki —farfulló con una nota de fingida molestia.

—Sé que ellos lo conseguirán —añadió la kwami—. Son diferentes, incluso el maestro Fu estaba convencido de ello, por eso delegó su misión en Marinette.

—¿Y si no lo hacen?

Tikki no quería pensar en ello, si no lo lograban Plagg y ella seguirían condenados a estar separados, al menos, un siglo más.

—Todo esto es culpa nuestra.

—¿Nuestra?

—De acuerdo, mía. Pero admite que...

—Plagg, nosotros somos kwami, no tenemos ningún tipo de responsabilidad sobre las decisiones de nuestros portadores —musitó frotándole detrás de la oreja con cariño—. Lo que hicieron fue por voluntad propia. Tú no tienes la culpa.

—Pero les hablamos del poder de sus prodigios combinados.

—Sigue sin ser nuestra culpa.

—Yo sólo quiero que mi idiota pueda ser feliz con tu portadora —susurró.

Tikki le rodeó con las patitas dándole un poco de consuelo. Sus portadores merecían ser felices.

—Yo también lo deseo, Plagg.

Con los ojos cerrados, reconfortándose mutuamente, no notaron el pequeño y breve destello que les rodeó.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! No podía dejar escapar el mes LadyNoir sin escribir absolutamente nada. Esto no está basado en ninguna lista, lo he inspirado en una historia muy vieja que escribí estando en la escuela, así que si me habéis leído en otro fandom a lo mejor reconocéis algunas características de la historia.
Va a ser una historia corta y sin complicaciones de, en principio, siete capítulos que actualizaré cada cuatro día.

Como en un cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora