Cosas que cambian

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 2003.


02.- Cosas que cambian

Marinette había estado observando a Tikki. Desde que Plagg la había visitado estaba extraña, parecía preocupada. Había evitado preguntarle, sabiendo que su kwami no le contestaría si no estaba preparada para ello, en aquellos seis años que llevaban juntas habían podido conocerse lo suficiente como para saber mantener la distancia hasta que era el momento adecuado.

Remató la pieza que estaba cosiendo y cortó el hilo rojo suspirando. A veces echaba de menos vivir con sus padres, sobre todo cuando un trabajo era monótono, porque estando en casa su madre se sentaba con ella para darle conversación y amenizarle la labor. Se puso en pie e hizo hondear el vestido rojo que había confeccionado para Manon, había quedado perfecto, la gasa y el tul combinando con el delicado encaje.

—Ha quedado precioso, Marinette.

—Gracias. Tikki, ¿puedo hacerte una pregunta?

La kwami asintió.

—Últimamente he estado pensando mucho en ello y... bueno, le he preguntado a Wayzz, pero me ha dicho que él no puede darme la respuesta que busco —barbotó moviendo las manos intentando darle coherencia a lo que estaba diciendo—. Pensé que él podría contestarme porque bueno, fue el kwami del maestro Fu y...

—¿Qué es lo que quieres saber? —cortó el batiburrillo de palabras de su portadora.

—¿Por qué no puedo saber quién es Chat Noir? —preguntó. Sacudió las manos nerviosa—. Al resto de las personas a las que les he confiado un prodigio he podido verlas, no lo he lanzado en medio de la calle para que lo pillara el primero que pasase por allí y...

—Vuestros prodigios son diferentes, eso ya te lo explicó el maestro Fu.

—¡Lo sé! Pero... somos compañeros, llevamos ya seis años luchando juntos y necesito saber quién es, o sea, ¡pongo mi vida en sus manos cada vez que combatimos! No puede ser tan malo que sepamos quiénes somos en realidad.

Se acordó de Chat Blanc, el mundo destruido, su compañero solo y akumatizado esperando un milagro que lo salvase.

—¿Es por Chat Blanc? —preguntó con terror.

—No, eso es sólo una posibilidad y estoy segura de que no fue culpa tuya, Marinette. No sabes qué propició su akumatización, puede que ni siquiera tuviera algo que ver contigo.

—Entonces ¿qué es, Tikki?

El teléfono de Marinette sonó, Tikki respiró aliviada por la interrupción, no sabía cómo explicárselo.

—Sí, Manon, ya lo he acabado —musitó mirando el vestido rojo—. Sí, claro, no hay problema puedo llevártelo ahora, de todos modos, tenía que salir a hacer unas cosas, aprovecharé el viaje. Hasta ahora.

»Siento haber preguntado, Tikki —susurró consciente de que la había incomodado.

—No importa.

Marinette se cambió de ropa y guardó el vestido en una de las fundas que colgaban en el perchero antes de saltar a la calle.

Estaba pensando de más en Chat Noir, ahora que ya no eran unos niños abordando una misión que les quedaba grande, se encontraba cada vez más cómoda a su lado, cada vez deseaba más saber quién se ocultaba tras su máscara, se estaba enamorando irremediablemente de él y no sabía cómo pararlo.

Como en un cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora