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Varios años después, en Florencia, dos personas despertaron de una noche de sueño, para una de ellas solo había sido un corto letargo, pero para la otra, era como todas sus noches desde hace un año, acompañada de un sueño con un hombre de cabello plomizo y ropa que resplandecía en un bello escarlata que nunca había visto en su vida, pero ue siempre le transmitía una sensación de paz que muy pocas veces se permitía.

Al despertar, sobó su mano por inercia, Edward había nacido con una extraña cicatriz en el dorso de su meñique con la forma de un pequeño arco, esta siempre le causaba un leve ardor que nunca cesaba, pero los años y su trabajo lo habían hecho acostumbrarse a ella.

Y hablando de trabajo, su padre lo esperaba abajo, así que después de bañarse y vestirse, peino sus negros cabellos y tomo sus herramientas para comenzar a trabajar, aun debía terminar la mesa que le habían encargado.

Mientras tanto, Vincent soltaba maldiciones desde su maltrecha cama, había sido otra noche miserable de sueño para nada reparador, como todas las que tenía desde las últimas 52 semanas. Al levantarse, una sensación de soledad lo invadió, decidió ignorarla y camino hacia el baño, últimamente no reconocía su reflejo en el espejo, debajo de sus ojos grises habían unas grandes bolsas que al parecer cargaban con su sufrida existencia y que lo hacían parecer igual de trastornado que sus pacientes.

Iba a ponerle fin a su sufrimiento ese mismo día, traería al carpintero a reparar su cama terminar con su tortura nocturna.

Despues de bañarse y vestirse, salió de su apartamento y fue camino hacia la carpintería de los Carbonell, entro al lugar y rapidamente fue abordado por un hombre un tanto mayor que fumaba un puro.

—¿Qué se le ofrece, doctor? ¿Otro mueble para su consultorio? —le preguntó al psicólogo.

—En realidad quisiera un trabajo a domicilio.

Walter dio media vuelta y buscó a su hijo con la mirada hasta que lo halló. —Edward deja esa mesa y acompaña al doctor —ordenó.

El ojiazúl obedeció a su padre y fue por sus herramientas, para seguir al otro. Ya en la calle, Edward pregunto sobre el trabajo:

—¿Qué voy a reparar?

—Una cama. —respondió el otro.

Vincent se sentía nervioso mientras caminaba junto al otro, profesaba una fascinación por Edward desde que lo había conocido en la universidad pero tenía temor de decírselo, incluso tenía temor de decirle lo hermoso que se miraba aún con las partículas de aserrín en su cabello.

Despues de un rato de caminar llegaron a la vivienda del otro y rápidamente fueron a la habitación, en cuanto entró, Edward noto el desnivel de la cama y no tardo en agacharse para revisarla.

—Debes ser muy inquieto al dormir —hablo desde abajo del mueble—. Tiene las dos patas zafadas.

Vincent se sonrojo, mientras el otro salía debajo del mueble para tomar las herramientas y mover el colchón, en el proceso, cayo un sobre ue estaba escondido entre los dos objetos. Edward lo cogio y eso hizo entrar en pánico al elinegro quien velozmente se lo arrebato.

—No deberías guardar dinero ahí abajo. —le aconsejo.

El otro sonrió con nerviosismo, no se trataba de dinero en realidad, sino de una penosa confesión de amor, algo en su interior le decía que esta era la oportunidad para declararse pero decidio mejor seguir a la razón y no hacerlo.

En cambio se quedo viendo al otro trabajar como si fuera lo mas interesante del mundo y de alguna manera, asi era.

Cuando Edward terminó su trabajo, Vincent se armo de valor y lo invito a comer, para su sorpresa este acepto, después de almorzar pasaron la tarde juntos charlando sobre su trabajo, en una de esas el carpintero le pregunto si era posible enamorarse a través de sueños, el contesto que si sin siquiera pensarlo.

Llegando el ocaso, ambos se despidieron y regresaron a sus hogares, Vincent al llegar su habitación se dejo caer en la cama, había sido su mejor dia en mucho tiempo y con una sonrisa en los labios se uedo dormido.

Edward al llegar a su casa, fue directo a su alcoba, estaba demasiado exhausto como para terminar de reparar la mesa, había sido una tarde muy agradable y muy agitada, asi que solo se echo en la cama para caer en los brazos de Morfeo.

Y para recibir la diaria visita del misterioso hombre de la capa escarlata.

†††

Notas de la autora:

Por si alguien no entendió, las reencarnaciones de todos tienen los segundos nombres de sus antiguos ellos. (noten mi esfuerzo)

Si, el segundo nombre de Howard Stark es Walter. xd



Prometo Encontrarte [IronStrange]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora