#3 Lady Dahlia.
Harmony Meredith no es solo la amable y cariñosa jefa de Romy, aunque eso es lo que parece en la superficie. Detrás de su apariencia tranquila se oculta un pasado oscuro y peligroso. Creció en las duras y violentas calles de...
«Por favor, Cleo, responde, vamos, por favor», repito en mi mente, el teléfono sigue repicando sin éxito. No puedo ingresar a donde quiero desde aquí, en la laptop, si ella no se comunica para mañana tendré que viajar.
De nuevo se cae la conexión, «¡Maldición!» Golpeo el teléfono contra la mesa. Esto no me gusta nada, meses sin comunicarse es demasiado tiempo para lo que tenemos acordado. No se lo he dicho a Harmony, pero su último trabajo era muy riesgoso, se iba a meter en el fondo, por eso no puedo dejar de pensar que algo malo ocurrió.
—¿Papi?
Volteo a la puerta, Naia está de pie con su uniforme se ve impaciente, su cabello castaño ha crecido liso y brillante.
—¿Qué ocurre? —Pregunto.
—¡Es tarde! Tú nos llevas hoy, la tía Vanesa ya está en el auto.
Asiento. —Iré en un minuto, ¿has visto a tu mamá?
—Está en el jardín, hace ramilletes de flores para mí.
—Claro que sí —sonrío levemente y beso la cima de su cabeza—, espera en el auto, pequeña.
Ella sonríe y corre a la salida. El granero viejo que había en el fondo del patio lo transformé en un estudio, aquí estoy ahora, salgo y camino hacia la casa. Har hizo toda un área para estar al aire libre y coloco un mesón de madera largo, pasa más tiempo allí que en el resto de la casa, a veces la veo horas haciendo pequeños dibujos para Naia o arreglos de flores.
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—Esto no me gusta, Mish —admite, haciendo una mueca.
—Lo sé —me acerco y beso su frente—, voy a encontrar a Cleo, lo prometo.
Asiente.
Estaciono frente a la escuela. —¿Qué se siente que tu tía vaya a ser ahora tu maestra? —pregunto a Naia.
Vanesa me mira entrecerrando los ojos. —No seré su maestra, acabo de graduarme, solo me dejarán ser aprendiz y llegar tarde no ayuda —contesta con tono enojado y se baja del auto.
Naia se encima desde atrás en mi asiento. —Ella será mejor que mi maestra —susurra en mi oído—, solo está molesta porque no será mi maestra principal.
