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Ya han pasado 3 años desde la tragedia, ya tengo 19 años, ¿Qué sucedió después de la catástrofe? No lo recuerdo, me desmaye, cuando cobre reconocimiento fue para el funeral, no fue nada especial, asistieron familiares, compañeros de trabajo, y compañeros de escuela, hubo flores, lagrimas hipócritas, y otras cuantas mejor actuadas, palabras y discursos vacíos, y por ultimo una seria de personas dándome el pésame, no reconocí a nadie en el funeral ni en el entierro, todos me abrazaban y daban sus condolencias, pero todos ellos eras unos desconocidos para mí, incluso mi propia familia.

Hubiese sido mas sencillo encerrarme en mi habitación y llorar a mis muertos hasta quedar sin lágrimas y ya fuese suficiente desahogo, pero debía estar presente, no por mi fallecida familia, si no por los asistentes, al parecer debía haber alguien de quien se compadecieran. No hallo el sentido a los funerales, a lo mejor es un buen negocio para quien se dedique a ello. Es mi única explicación.

Después de toda esta odisea, comenzaron los tramites legales, yo apenas iba a cumplir los 17, por lo que era menor de edad quede bajo los cuidados de mi tía Martina, y de su esposo Jorge, ellos consideraron conveniente vivir todos en mi casa, incluyendo al hijo de Jorge, Pico. Y así fue, ellos se hicieron cargo de la administración de mis bienes, y así ha sido hasta ahora, pues no me he molestado en adelantar los procesos para que todo lo que me corresponde este solamente bajo mi cargo, ni tampoco estoy muy interesada.

Cuando mi tía y su familia se vinieron a vivir contigo, claramente no todo fue igual, ellos eran muy diferentes a mis padres, todo lo hacían de manera distinta, me di cuenta que estaba excesivamente consentida por mi mama y mi hermano, que ellos me lo daban todo, a veces sin siquiera pedirlo, pero con mis tíos todo fue diferente, cada quien cuidaba de sí mismo, nos turnábamos para hacer las tareas de la casa, todos cooperábamos menos Jorge, porque el era el hombre de la casa y era el quien trabajaba para traer el pan de cada día, por lo que estaba exento de los quehaceres.

Recuerdo que al principio solo lloraba, pero con el tiempo, lavar los platos, trapear el piso, limpiar el polvo, y asistir al colegio, eran mi método para escapar de los pensamientos violentos que me atormentaban. Por las noches era inevitable el doloroso recuerdo de mi hermano metiéndose a mi cama para que viéramos una película de Netflix, o las conversaciones hasta largas horas de la noche que teníamos, cada noche esperaba, aunque fuera un suspiro de él.

Tuve que sustituir aquellas noches asiduas en conversaciones con Pico, conversaciones que al principio eran incomodas, pero luego fueron mas fluidas. Nos hicimos buenos amigos, confidentes podría decirse, o por lo menos eso creía.

Pico ha cambiado mucho, desde la primera vez que vino a vivir a mi casa a ahora, Pico tendría la misma edad que mi hermano si estuviera con vida, es decir tiene 22 años, tiene el cabello negro al igual que los ojos, creo que es guapo, aunque mi criterio no es que sea muy confiable, que voy a saber yo de muchachos, yo que estudie en un colegio de solo niñas, y no es que haya salido mucho a las calles.

Pero bueno... ya todo ha pasado, el tiempo ha sido afanado y ahora voy a entrar a mi primer semestre de universidad.

La buena noticia es que mis molestias por los riñones disminuyo considerablemente, ya es inusual que algún síntoma de esta índole se presente.

—que nervios, ¿tienes algún consejo?

Suelo EquivocarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora