9 – Sol púrpura
Dos horas después del regreso de Adam y Diane, Carfax volvió a ponerse en marcha. A diferencia del primero, la cronista no había hallado más que niebla y oscuridad en su camino, por lo que Barak Zane decidió poner rumbo al norte. Ordenó a Ember que organizase la compañía, y así hizo. Las tiendas se desmontaron, las hogueras se apagaron, las mochilas volvieron a llenarse y, uno a uno, los carfaxianos retomaron la eterna marcha que marcaría el resto de su existencia.
El camino resultó ser agradable. La esperanza de poder acampar en un lugar relativamente seguro en que muy probablemente hallarían nuevos suministros mejoró notablemente el humor de los carfaxianos. Todos querían poder descansar y disfrutar de un delicioso banquete igual que el de la cacería, o incluso mejor. No obstante, no bajaron la guardia. Aunque Adam había descrito el lugar como seguro, todos eran conscientes de que no podían cometer ninguna imprudencia. Si el enemigo, fuese el que fuese, les atacaba en mitad de la travesía, Carfax tendría grandes dificultades para sobrevivir.
Afortunadamente nadie atacó a la compañía durante su viaje de más de doce horas. La luz mortecina de día dejó paso a la noche cerrada y, a continuación, justo unos minutos antes de al fin alcanzar su objetivo, se inició un agradable y cálido amanecer.
El cielo brillaba con un inmaculado color azul cuando al fin alcanzaron la pradera. Al igual que Adam había descrito, allí aguardaban las enormes estatuas de piedra. Unos enormes colosos que, desde lo alto de sus enormes estructuras, les daban la bienvenida con miradas severas y majestuosas.
Barak Zane, a la cabeza de la marcha junto a Luther Ember, fue el primero en detenerse frente a las efigies y saludarlas con una respetuosa inclinación de cabeza. A continuación le siguió Ember, y tras él, uno a uno, todos los Carfaxianos mostraron sus respetos a los señores de la ladera antes de adentrarse en sus tierras. A partir de ese punto, siguiendo siempre el camino abierto entre las estatuas, Carfax siguió avanzando hasta alcanzar al fin una pequeña colina en la cima de la cual instalarse.
Mientras Ember se encargaba de la repartición de guardias y Ash de la correcta diseminación de las tiendas de campaña, Erika reunió a sus hombres para organizar sus tareas. Tal y como siempre sucedía cuando alcanzaban una nueva localización, Zane les había ordenado que sondeasen la zona en busca de suministros. Sin embargo, la recolectora no esperaba encontrar demasiado en aquella bella ladera de césped y flores. De haberse tratado de un bosque, los alimentos y suministros habrían surgido de prácticamente todos los rincones en forma de frutos, madera, vegetales, caza, etc. Lamentablemente, en los campos de césped todo era distinto. Todo lo que aquella ladera podía ofrecerles estaba ante sus ojos, y no era demasiado.
Tendrían que explorar un poco más.
—Ted, tú y Bellatrix os encargaréis de la zona sur, sur-oeste. No creo que encontréis demasiado, pero confío en que al menos haya plantas medicinales y especias.
Ted Foster y Bellatrix Marden, los recolectores de mayor edad del grupo, asintieron a dúo. La edad les impedía ser tan ágiles o rápidos como la propia Erika o Solange, pero sus conocimientos sobre hierbas y plantas eran tan bastos que no lo necesitaban. Un par de horas de recolección suya equivalía a días de cualquier otro.
—Collin, tú y Leslie iréis al norte, sin dejar el camino. Por lo que he oído, el cronista ha encontrado hongos alrededor de las estatuas. Intentad recoger el máximo posible, pero no os alejéis más de tres kilómetros; no quiero que os perdáis.
Collin Feghali y Leslie Stone formaban una buena pareja. El primero, un chico de poco más de dieciséis años, era puro nervio; rápido y audaz como un zorro, y vivaz como un pajarillo. Ella, en cambio, ya una mujer de edad adulta con muchos años de experiencia a las espaldas, era tranquila y relajada, inteligente y reflexiva; un auténtico manantial de calma y sabiduría. Eran, sin lugar a dudas, el día y la noche, y precisamente por ello formaban tan buen grupo. Juntos eran capaces de enfrentarse a cualquier tipo de situación y salir victoriosos.
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Carfax
Science FictionLa aparición de nuevos compañeros en el camino no era algo que sorprendiese ya a ningún miembro de la compañía de Carfax. A lo largo de toda su historia, más larga de lo que algunos querían pensar, pero más corta de lo que algunos de ellos presumían...