Por primera vez en mi vida no tenía ni la menor idea de que hacer, las armas y trucos que tenia bajo la manga habían sido un rotundo fracaso en lo que se trataba a esa chica, comenzaba a fastidiarme este repentino bloqueo que estaba sufriendo y es que jamás me vi en la necesidad de estresarme por alguna chica, lo había intentado todo literalmente y ella solo parecía huir a cada una de mis insinuaciones, parecía tener un don porque eso de escapar de mi tan fácilmente era un reto para muchas.
Era algo que se podía respetar de la castaña, pero no soportaba más sentirme de esta forma.
Habían pasado dos semanas aproximadamente más tiempo del que me gustaría admitir, no había una vez en la que yo hubiese tardado más de lo debido en llevarme a alguien a la cama, y con ella apenas y había podido llevar una mísera conversación que fue lo más extraño que alguna vez me pudo haber pasado.
Tampoco era que mi desesperación me estuviera llevando a la crisis más grande en mi vida sexual, pero dios, justo ahora sino quería perder más dinero en lo acordado tenia dos opciones.
La primera sería dejar la apuesta, que no estaba muy seguro de siquiera mencionarla como opción ya que mi ego jamás me dejaría abandonar algo, no estaba en mi maldito sistema.
La otra era probar con otra estrategia, si bien sabía, porque a las malas me di cuenta de que ella era bastante diferente a las demás, tal vez él método de conquista que aplicaba con las demás jamás me iba a funcionar con ella por su originalidad, nunca me había topado a alguien de su especie en mi camino, y rogaba porque él de arriba siguiera siendo piadoso con mi persona y después de ella todo volviera a la normalidad.
Así que, me veía en la obligación de leer algunos artículos de conquista, tal vez en la revista de papá o perdirle algunos consejos —disimuladamente— a mis Hyungs, porque no había forma en la que yo pueda ser directo con ellos y pedirles ayuda, no podía hacerlo.
Lo que sabía hasta ahora era que, la actitud de niño bueno que estaba muy ocupado en sus asuntos para interesarse en chicas no le iba a ella, cada que me metía en ese papel, parecía que podía ver imaginariamente como ella me rosiaba con un enorme insecticidas, si, como si yo fuera un asqueroso bicho raro, sus facciones llenas de obviedad me lo dejaban más que claro.
También había intentado la gran infalible, eso de coquetear con la mirada y algunos tuteos le iban bien a las otras, y a mi no me molestaba en absoluto, pero apenas y cruzaba mirada con ella notaba como me mandaba muy a la mierda con esos grandes ojos que tenía.
Porque sí, ella había estado frecuentando el estúpido local sin razón alguna, el segundo día que hizo acto de presencia aparantemente buscaba a Hoseok hyung, pero este no había estado yendo al local por motivos desconocidos —yo ingenuamente había creído que había causado algo en ella por la forma en la que se me insinuó con la mirada la última vez que le vi— pero no, ella iba por mi querido hyung.
Lo peor era que para mí total desgracia ella había creado un tipo de relación con Jimin, y después de una intromisión por Taehyung los tres tuvieron una larga tarde llena de charla, y ahora la castaña parecía muy unida y cómoda con ese par de traidores.
En conclusión, la vida me odiaba.
Suspiré más que cansado por el reciente ajetreo mental, estaba seguro que en cualquier punto del día la migraña atacaria a mi pobre ser, no quería imaginarlo, sabía que iba a ser un pésimo día al escuchar a Jin hyung cuando recién llegaba que Taehyung y Jimin, habían tenido una gran fiesta el día anterior, conociéndolos esos grandisimos idiotas llegarían a más tardar el medio día. Si es que llegaban.
Esperaba ya con un humor de perros algún mensaje de ese par pidiendo —como ya era normal cuando aquellos se ponían una buena borrachera— en un mensaje que les cubriera, y yo como buen amigo que soy les hacia el gran favor. Y bueno, no me quedaba de otra. Claro también nada era de a gratis pues un favor que le pedías a Jeon Jungkook lo pagabas al doble.
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F U C K M E [JJK] [+18]
FanfictionJungkook trabaja de mesero en un local fraternal junto con sus amigos, a simple vista de la clientela ellos eran buenos chicos dignos de presumir y admirar. Lo que no sabían era que a escondidas de todos, aquellos jóvenes buenorros hacían apuestas c...