Epílogo

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Han pasado dos años desde aquella confesión suya en el café. En ese momento se arrepintió de hablar, pues Sherlock se quedó en total silencio. Pensó que sería rechazado, y lo fue, pero por muy poco tiempo. Luego del rechazo su amigo pagó en la cafetería y le dijo que las cosas no tenían que cambiar entre ellos. Volvieron al departamento juntos y oh, las cosas cambiaron. Y mucho.

Estaban una mañana desayunando pan tostado con mermelada y malteada de fresa cuando abruptamente el rizado se puso en pie. Se acercó al rubio y depositó un beso en sus labios. Torpe, delicado y dulce, John sintió estar en el mismo cielo.

—Lo cierto es que me has gustado desde siempre. Te rechacé porque me asusté, jamás he estado en una relación y me dió pánico pensar en tus siguientes palabras. Lo siento, John, mucho.

Él no puede evitar reírse y sonreírle, sus ojos brillando y con pequeñas arrugas en las esquinas.

—Está bien, Sherlock. De verdad.

Con suavidad, le besa nuevamente. Se ríen y el de cabello oscuro procede a sentarse otra vez. Esta vez, sus manos juntas sobre la mesa, con los dedos entrelazados y mirándose tiernamente. Luego hablaron de como haber entrado por error y por elección propia (sí, correcto, Holmes entró por su voluntad) a ese bar gay fue lo mejor que sucedió en sus vidas. Se conocieron, se hicieron amigos y ahora que saben lo que sienten el uno por el otro, podrán estar juntos. Ahora tienen a su otra mitad.





















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Se los debía y me lo debía a mí. Finalicé ésta historia hace mucho y siempre me causó conflicto, de todas mis obras Gay bar siempre fue mi mayor inseguridad. Pero ahora, con estos cambios me siento mejor, pues siento que este debió ser el final que siempre tuvo que tener. Y ahora lo tiene. Espero les haya gustado, muchas gracias por estar aquí.

A los viejos y nuevos lectores, gracias.

Gay bar | Johnlock AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora