Un café descafeinado

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Odia el aroma del café por las mañanas, porque le hace saber que la pesadilla que tuvo a la madrugada no fue nada más ni nada menos que el ayer.

Aborrece cuando el líquido empieza descender por su garganta, porque no despertar de su sueño repetitivo y amargo le arde como el calor del mismo.

Detesta el café por la tarde, ya que en el se refleja todo en lo que no quería convertirse.

Dice que los granos de café son un mal sabor de intuición, pero es solo una taza lo que lo lleva al pasado del que tanto le dolió partir y al terminarla solo le queda el fugaz recuerdo de lo que una vez era y ya no volverá a ser.

No quiere despertar en medio de la vaporizada realidad.

No desea ser una marioneta más del destino, pero se rehúsa a cortar los hilos.

Es esclavo de la rutina diaria y aspirante a lo inexplorado.

EllipsismDonde viven las historias. Descúbrelo ahora