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Tenia la piel delicadita, tibia como leche, blanca como nieve.

Sus brazos era suaves, delgados, casi no pesaban sobre sus hombros.

Se acercaba, unía sus bocas, daba una leve succión a los labios y se separaba. Luego volvía un poco más inclinado a la derecha o izquierda y repetía la acción. A veces Giyuu sacaba la lengua, a veces era Rengoku quien se la sacaba.

Un suspiro de ella se ahogó entre sus bocas por milésima vez, parecía agitada y podía sentir el calor de sus mejillas contra su rostro.

La atrapó contra el mueble y apretó sus cuerpos, sintiendo como la fibra del cuerpo femenino se acoplaba contra el suyo. Era blandita, como goma de mascar, sentía que sus dientes quedarían perfectamente marcados en su piel si se atrevía a morderla.

Un maullido lo detuvo todo.

La gata gris de Tomioka agarraba uno de sus brazos que agarraba fuerte el cuerpo de la mujer.

— ¿Qué ocurre pequeña? No le haré daño a tu mamá... — Rió Kyojuro, mirando a la gatita.

Tomioka se alejó de su cuerpo y fue a guardar las compras que había hecho en el refrigerador, sin mediar palabra.

Se preocupó.

— Giyuu, si hice algo que no te agradar---

— ¡No! — Gritó, luego se tapó la boca. — Digo, no... No me desagrada nada de lo que haces... Es sólo que...

Bajó la mirada tímidamente, sin saber cómo explicarse.

— Mi amor, por favor dime lo que te aqueja. — Habló Rengoku, no queriendo acercarse mucho a ella, puesto que si Giyuu ponía distancia, era porque la necesitaba.

— ¿Recuerdas a Murata? — Inquirió.

— Sí, claro, tu amigo de la secundaria. — No sabía porqué preguntaba eso.

— Pues... No siempre fue mi amigo. — Frunció un poco los labios. — Él es, de hecho, mi ex novio...

Parpadeó sorprendido.

Bien, no le molestaba que fuera amiga de su ex, Murata no era un mal hombre, era agradable y divertido. Pero vaya, no creyó que Tomioka fuera ese tipo de persona que podía mantener una relación con alguien a quien antes besaba en la boca. Ni siquiera él se llevaba bien con su ex, pero es que su ex estaba loco. Sintió un escalofrío.

— No te culpo, Murata es guapo. — Bromeó haciendo que su novia se riera. — Pero, hablando en serio, ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Giyuu tomó su camisa, arrugandola en un acto nervioso.

— Es que... — Lo miró con esos azulinos ojos, nerviosos. — De verdad quiero hacer el amor contigo. — Fue directo al grano.

— Yo también lo deseo, linda. — Dijo, emocionado, acercándose un poco a ella, pero Giyuu lo detuvo.

— Primero tienes que saber algo, el porqué terminé con Murata... — Parecía algo ansiosa.

— Claro, dime amor, te escucho.

— Bien... – Ella suspiró. — Yo soy lo que denominan Brats...

Hubo un silencio pequeño, pero lleno de incógnita. Rengoku decidió hablar antes de que se volviera incómodo.

— ¿Brats? ¿Te refieres a las muñecas de labios grandes? — Preguntó sin saber a donde iba la conversación.

— No, Rengoku, ¿Acaso te parezco una muñeca? — Dijo irritada.

Dopamina |  ˗ˏˋ 𝚁𝚎𝚗𝙶𝚒𝚢𝚞𝚞 ˎˊ˗ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora