Epílogo: romántico (1/2)

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Lean la última parte.

Ahora sí comencémos.

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Era un día tranquilo, el bicolor fue el primero en despertar, este estaba acurrucado en el pecho de su esposo quien lo abrazaba como si este fuera un peluche, y bueno después de aquella maratón de delicioso que tuvieron, el joven peruano ya ni poder mover las piernas podía y por su mente pasaba la mala idea de estar paralítico por culpa del poste de su esposo.

Lo bueno es que tenía aquella silla gamer, agradeció mentalmente a esos tres amigos suyos que hicieron una pollada para poder regalarle una silla de ruedas que en serio ayudarían mucho para su recuperación.

El peruano sonrió al ver a su esposo relajado que se estiró solo un poco para poder darle un tierno beso en los labios, para lo cual el ruso solo sonrió de medio lado.

Buenos días - dice el tricolor ya con los ojos abiertos mientras miraba tiernamente a su pareja.

Buenos días y así que ya estas despierto - le dice con una ligera sonrisa, para luego cambiar a una expresión seria y darle un suave golpe en el pecho - y yo intentando no moverme mucho para no despertarte.

Desperté hace diez minutos, solo que me gusta verte dormir con esa expresión relajada - le responde el tricolor mientras acaricia su mejilla de manera suave - que te parece si vamos a la cocina para un buen desayuno, la verdad me muero de hambre o al menos que tu quieras ser mi mañanero.

Que... no, no, no aguanta tu coche, yo también tengo hambre pero... - el bicolor desvía la mirada algo avergonzado - pero no siento mis piernas gracias a un depravado poste pervertido - hace un tierno puchero para los ojos del tricolor.

Xaxaxaxaxa, de eso no te preocupes... - el ruso se pone de pie para colocarse la bata - yo puedo cargarte hacia la cocina y hacia donde quieras - le hace un guiño.

Mientras tu anaconda esté tranquila y lejos de mí, acepto la ayuda - responde el peruano estirando sus manos para que el ruso se acerque a él y lo cargue de modo princesa

Al llegar a la cocina, el tricolor se las arregla para poder sentar al peruano en la mesa de la cocina y sonrió de medio lado al recordar la noche anterior ya que ese lugar no se salvó de su ataque amatoria.

Ni lo pienses - dice el bicolor al ver aquella sonricita de su esposo - en serio tengo hambre.

No quieres algo de leche - el tricolor le responde rápidamente para luego cargarlo y sentarlo en la silla.

RUSIA... - le grita el peruano mientras sus mejillas se ruborizan por lo que aquel poste le estaba diciendo.

Pero si tu eres el mal pensado, yo estoy hablando de... - se va a la refrigeradora y saca un tarro de leche - de esta leche, pero que mente mas perversa tienes amor - le dice con una sonrisa de medio lado completamente malvada.

Eres un ser muy... pero muy malvado Rusia... - el peruano le saca la lengua de modo infantil mientras se cruza los brazos - bueno intentare preparar desayuno - dice intentando ponerse de pie para aquel intento resultó fallido.

No, tu quédate sentado esta vez yo te quiero engreír por lo que hoy yo preparare el desayuno y cocinaré te parece? - le dice el ruso con una sonrisa de medio lado, esperando la respuesta de su pareja.

Tengo miedo... - responde el peruano mirando a su esposo mientras parpadea reiteradas veces - me vas a matar

Por supuesto que no - golpeando su rostro con la palma de su mano - he mejorado mucho, además he tenido un bien maestro, vamos déjame demostrarte que he mejorado ya no se me evapora el agua.

La Apuesta (RusPer)(finalizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora