. Ashantí .

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Fue hace mucho.

La luna tenía la noche libre,no habría show.

Las nubes poco a poco se reunían: la hora en que los corazones rotos buscaban consuelo se acercaba,y ellas estaban listas para romper a llorar junto a ellos.

El viento estaba ansioso por salir a chocar rostros y limpiar almas.

Y Ashantí estaba acostada sobre el pasto. Su pelo desparramado,la mirada perdida y su mente en otro lado.

En cualquier momento,pequeñas gotas se estrellarían en su rostro palido hasta perderse en algún punto de su piel.

Pero no le importaba.
Realmente nada le importaba en ese momento.
Estaba molesta.

Jamás había estado  en ese parque a esas horas de la noche.
Su abuela  se lo repetía a cada hora,todos los días, todo el tiempo:

Era peligroso.

Solo a ella,nunca a su hermano o a sus primos.
Porque
ellos "podían cuidarse solos".

Le molestaba. Ella también podía.

Pero claramente era difícil luchar y sobrevivir ante un concepto social que estaba diseñado para pasar por encima de tí.

La rabia subió hasta colorear sus blancas mejillas de rojo. La presión en su garganta aumentó. Y sus párpados se apretaron con violencia:
estaba cansada.

Y allí,recostada en aquel lugar que tanto conocía de día pero que cambiaba completamente de noche, comprendió que se había perdido de tantas maravillas a lo largo  de su vida por culpa del miedo.

Miedo que no le pertenecía. Porque era cierto, no lo sentía realmente.
Era un simple monstruo que su abuela se había encargado de alimentar desde que  tuvo conciencia.

Un monstruo que disfrutaba interrumpir momentos divertidos,para bañarlos de una misteriosa oscuridad y lograr así que Ashantí terminara gran parte de su vida encerrada en casa.

Le habían enseñado a tener miedo,en vez de cuidado...

Pero esa noche fue el miedo quien se quedó encerrado en casa.

Hacía más de dos horas que había oscurecido y Ashantí no tenía pensado volver a casa.
Si lograba ver salir el sol,
ella habría ganado...

Comenzó a llover.
Lento.

Más que mojar,las gotas parecían abrazar su cuerpo. Calmado el fuego de aquella rabia que había comenzado a nacer en su pecho.

Sus mejillas volvieron al pálido  de siempre,sus manos se abrieron para enredar pasto entre sus largos dedos y sus párpados se despegaron con cansancio para que sus ojos se deleitaran ante la imagen de esa hermosa tormenta.
Su única compañera en esa noche donde la palabra "superar" cobraba sentido para ella.

Esa misma noche, dónde se sacó de encima generaciones cargadas de miedo. Matando al fin,aquel montruo.

Dónde aprendió que no se trataba de  vivir encerrada. Sino de saber tener CUIDADO.

Esa noche, comprendió que podía ser igual de libre que su hermano o sus primos.

Completamente empapada y con el pelo enredado, Ashantí supo que no importaba si veía el sol o no.

Ya había ganado.

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