Capítulo 2

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Carla sale del taxi, coge su maleta y empieza a correr, si no se da prisa perderá el autobús. Por el camino esquiva a varias personas y está a punto de caerse varias veces, pero su corta carrera acaba sin lamentar ni un solo rasguño. Cuando llega a la parada se apoya en la maleta intentando recordar como se respiraba. Cuando recupera el aliento, llama a Inés y le dice que ya ha llegado y que en menos de veinte minutos estará en la puerta de la casa. Mientras habla con ella, una chica rubia se sienta a su lado, saca su teléfono y se pone a grabar audios a diestro y siniestro. Esto habría resultado gracioso para Carla en cualquier otra situación, ya que la chica usa un tono de voz que le causa mucha gracia, pero la chica ha dicho en varias ocasiones la dirección de la casa a la que ella se va a trasladar en poco más de 10 minutos. A lo lejos ve el autobús y decide cortar la conversación.

—Luego te llamo Inés.

—¡Hasta luego!

Y tras colgar a su amiga, el autobús llega. Carla deja que la rubia suba primero y una vez ha cogido asiento, entra ella y se sienta enfrente suya. Tiene que encontrar el modo de preguntarle algo relacionado sobre la casa y saber con seguridad si ella va a ser una de sus compañeras, pero antes de que pueda hablar, la rubia se le adelanta:

— Perdona, ¿me podrías ayudar? Tengo que ir a esta dirección-—saca un papel de su bolsillo y se lo enseña; es la dirección del lugar al que se dirige ella, no hay duda— pero no me se mover por la ciudad, ¿me podrías decir como puedo llegar lo antes posible?

—Yo tampoco me se mover por aquí, creo que es la tercera vez que vengo a Madrid en mis 17 años de vida. Pero voy a tu misma dirección, así que podemos perdernos juntas. — la rubia suelta una carcajada.

—Me mola la idea de conocer mejor a futuros compañeros de casa perdida en cualquier rincón de la ciudad, pero si no estoy en 15 minutos en esta dirección, me matan.

— Supongo que Inés nos amenazó con eso a todas-—ambas sonríen— soy Carla—dice tendiendo la mano a la rubia.

-—Yo soy Carmen, encantada.—y entre carcajadas, estrecha la mano de la morena.

Continúan hablando y conociéndose mejor hasta que el autobús se detiene. Según han visto en Google Maps, apenas les quedan 10 minutos andando, 5 si corren, así que optan por la segunda opción. Ambas empiezan a correr, pero esta vez, Carla no tiene la misma suerte de antes y se estampa contra el suelo a los pocos segundos de empezar la carrera. Carmen no lo resiste y se echa a reír, hasta se tiene que limpiar la cara de las lágrimas que suelta. Carla desde el suelo le dirige una mirada de odio contenido y, con toda lo dignidad que se puede llegar a tener después de haberte caído delante de una persona a la que acabas de conocer, se levanta, se sacude los pantalones y continúa andando. Carmen la sigue unos pasos más atrás todavía sin haber parado de reír.

Cuando ambas están en la puerta, deciden admirar la casa. Es un chalet enorme con un patio todavía más grande.

—¿Cuántos pisos tendrá esto?

—Tres mínimo.

La puerta de la casa se abre, mostrando a Inés con algo parecido a un pijama, en chanclas y con un moño sujeto por un lápiz. Carla se resiste para no sacarle una foto y hacer un Sticker en Whatsapp. 

—Hola chicas. Perdón por mis pintas, pasad.

Carla abre la verja del patio y ambas caminan hasta el porche de la casa donde les espera Inés. Carla se lanza a abrazarla y le presenta a Carmen.

— Encantada, yo soy Inés, la que os puede echar de casa si armais jaleo.— las tres ríen— Pasad dentro.
—¿Somos las últimas?— pregunta Carmen mientras hace malabarismos para meter la maleta en la puerta sin que se enganche en las escaleras.
—No, aún no ha venido Natalia. Perdió su ave y hasta esta tarde no viene.
Inés abre la puerta de la casa y les deja pasar.
Cuando entran, ven un pasillo en el cual a mano derecha están el salón y el comedor, ambos en la misma habitación, justo enfrente está la cocina. Al lado del salón y del comedor, hay unas escaleras y al lado de la cocina un baño. Al fondo del pasillo hay una puerta que da al patio de atrás. Carla empieza a pensar que en realidad se han metido en una mansión. 

Jóvenes eternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora