Frente al edificio de departamentos donde yo vivía con Sébastien y su madre había un restauran llamado «Sonia Restaurant» a donde Lucien y yo quedamos en vernos, yo estaba realmente nervioso, sabia que íbamos a tener una conversación fuerte, pero es esa fuerza donde sabes que todos tus sentimientos serán removidos, donde tus pensamientos entraran en conflicto contigo mismo y con la otra persona, donde te provocara reír y llorar al mismo tiempo, donde no sabrás la diferencia entre el dolor y la felicidad...
Esa conversación que a nadie le gusta tener y todo el mundo intenta evadir. En este punto yo era lo suficientemente maduro como para no intentar evadir esta conversación, y pues, tampoco era el que mas tenia que explicar algo, aunque no estaba dispuesto a dejar que Lucien me explicase mucho sobre lo que le paso. Era un poco inicuo pensar que él debía darme muchas explicaciones, no las necesitaba, lo que realmente necesitaba saber era que quería él ahora, conmigo. Entonces comenzó mi mente con el juego de preguntas en silencio ¿Qué iba a ser de los dos? ¿Acaso él me quería? ¿Que sentía si solo me había visto un par de veces en su vida? Me embargue de preguntas de nuevo, esperando esta vez que el reloj diera las tres en punto de la tarde y que Lucien llegase, entonces le haría todas las preguntas que tenia en mi mente, sin temor ni balbuceo. Cada vez que alguien entraba al restaurante veía la puerta para ver si era él. Se hicieron las tres menos tres cuartos de la tarde y por fin él entro, en ese momento luego de verlo –sin dejar que él me viera– cambie la mirada y aparente no haber visto que había llegado, él se acercó, yo me levante para saludarlo y me abrazo sin decir nada. Nos sentamos, luego de esos primeros instantes y de los nervios pre-conversacionales llego la calma perpetua que mi alma necesitaba para lo que se avecinaba. La conversación comenzó con un “todo lo que haga de ahora en adelante, es para hacerte feliz, pero por favor, aun no quiero que se lo digas a tu madre” Luego de esa frase hubo un silencio algo prolongado.
Empecé diciéndole que mi madre había muerto, y nuevo se le escapaban los segundos entre los pies, me pregunto insistentemente sobre lo que había sucedido pero lo persuadí en que no tenia sentido de hablar de eso ahora, ella ya no estaba y eso no iba a cambiar. En realidad no quería hablar de eso, era algo que me hacia llorar de forma inmediata, y no quería que nadie me viese llorar en ese momento, a ningún adolescente le gusta que lo vean llorar. Él intento explicarme una u otra cosa pero luego le dije que lo único que me interesaba saber era lo que iba a pasar ahora…
—No pretendo que expliques tu vida, quiero que me digas que va a pasar ahora Lucien.
—Hijo, cuando te encuentras en la vida con situaciones que la cambian por completo en tan solo unos minutos, es necesario que las palabras fluyan para poder comprender, entiendo que quieras algunas respuestas con impaciencia sobre lo que sucederá, pero no haz terminado de entender que esa respuesta ya te la he dado. Ese día, en esa estación de tren, sentí una conexión especial contigo, por tus pinturas, por tu arte. Esa misma pación que tienes por el arte la tengo yo, pero a diferencia de ti, yo nunca tuve el valor de trazar una línea en el lienzo, en cambio me dedique a las artes de la actuación, que si bien también te da un montón de sensaciones, son sensaciones de logro, y no de creación como la pintura o la música. –dice él–
—Ahora sé que una parte de mi vive en ti, no hay mejor forma de saber que eres mi hijo por esto, siento que te amo desde antes de saber que existías, ame a tu madre como a ninguna otra persona en la vida, aunque haya desap….
—Lo se, no lo menciones… –lo interrumpí–
—Eres muy listo Santiago. Y es muy simple lo que sucederá, vendrás a vivir conmigo, no es necesario que estés solo en este mundo, terminare la obra que tu madre comenzó, dame la oportunidad hijo.
—Lucien, tengo casi 14 años, me faltan muchas cosas por aprender aun, y si mi madre se enamoro de ti de seguro es porque tenia una razón especial y celestial para hacerlo, quiero que me enseñes lo que sabes de la vida, quiero seguir aprendiendo y quiero estar a tu lado, será difícil al comienzo, pero ningún comienzo que valga la pena se torna tan sencillo. –Hice una pausa– Por supuesto que te doy la oportunidad, pues me la estoy dando a mi mismo, se la estoy dando a la vida, al amor, a Dios y al destino.

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Maríe
Teen FictionMaríe, era una inmigrante latina que provenía de Venezuela, salió de sus barrios pobres de la capital, se hizo con el dinero suficiente para pagar el pasaporte y el pasaje en avión, pues, en éste país con una modesta cantidad de dinero se podían hac...