Hubo una vez que un camaleón se aventuró por la selva y la sabana africana buscando un buen manantial de agua y un hogar.
Este camaleón era muy hábil en ocultarse de la vista de otros animales, pasar desapercibido y se sentía invisible, así que no vio problema alguno en acercarse al mismo manantial donde un tigre descansaba.
Silencioso como era se escabulló a un lado del tigre y comenzó a beber del agua más deliciosa que había probado en su vida.
Lo que no sabía el camaleón viajero era que el manantial era propiedad privada del tigre y este lo defendía a garra y colmillo de todos los animales. Además, el tigre había descubierto el engaño y lo miraba enojado.
Asustó al pobre camaleón y le tiró una mordida para ahuyentarlo. "Solo si fueran un tigre como yo te compartiría de mi agua" se burló el tigre y se volvió a recostar.
El camaleón no se tomó a la ligera esa burla, le había gustado tanto el manantial que no iba a renunciar a él sin intentar una de sus más alocadas ideas: ser un tigre.
Sonaba tan raro: ¿Un camaleón siendo tigre? ¿A que estaba jugando? Pero de alguna forma lo logró. Se construyó una armadura de palos, hojas y tela de araña que de alguna forma era lo suficientemente resistente y atigrada para confundir al tigre y tomar otra vez de esa deliciosa agua.
¿Cómo había accedido el tigre a compartir su manantial con un tigre tan Extraño? Ningún animal lo sabía, ni el pobre camaleón pero era notable que se hubieran convertido en amigos.
Pero había un problema: la armadura de plantas era muy pesada y si quería engañar por completo a su amigo debía camuflarse entre su armadura. Una doble barrera. Y era muy cansado, extrañaba disfrazarse de colores extravagantes y hacerles bromas a los otros animales, extrañaba la frescura del manantial en sus escamas y extrañaba al tigre, su nuevo amigo porque nunca podría mostrarle que era un camaleón.
A veces el camaleón lloraba, bajito para que el tigre dormido a su lado no sé diera cuenta y sentía que ya no podía cargar más con esa armadura, que tenía que dejarla. Pero el miedo era más fuerte "me va a cenar cuando se entere" pensaba aterrado y eso le daba fuerzas para continuar, aunque ya no era tan fuerte, aunque dolía, aunque la armadura se estaba cayendo a pedazos. Si se esforzaba más, iba poder alargar su amistad, podría seguir bebiendo del manantial por un poco más, solo un poco más.
El día tan temido llegó, palito a palito se derrumbó el engaño y los ojos del tigre se ampliaron como platos sin llegar a comprender ¿Es que no conocía de verdad a su único amigo? El camaleón jadeó y se escondió entre su artefacto destrozado y su habilidad para cambiar de color.
"Perdóname, perdóname por favor" chilló el camaleón sin querer ver al tigre. "No me..."
Antes de terminar, el tigre se dio la vuelta y se acomodó para dormir y no volver a hablarle por el resto del día.
El camaleón estaba sorprendido, pero no sé quería ir, todavía podía intentarlo, podía mostrarle al tigre que todo seguía igual, que lo seguía queriendo y que podía seguir demostrándolo. Se levantó y arreglo a medias su disfraz, confiando en que el tigre lo vería nuevamente.
Pero no sirvió de nada. El tigre no se lo ceno esa noche, ni la siguiente, le permitía tomar del mismo manantial pero ya no le dirija la palabra y ya no jugaba con él. Ya no lo miraba ni nada. Y el camaleón se desvivía intentando que las cosas volvieran a lo mismo de antes, aunque no funcionaba.
No importaba por donde lo miraba, las cosas no eran las mismas y no llegarían a serlo si el tigre no ponía de su parte también.
"¿Qué es lo que quieres? Porque aquí me tienes, podrías devorarme por mentiroso pero no lo haces, podrías echarme a patadas pero prefieres acostarte y no dirigirme la palabra, y dejarme a la espera de lo que sea, porque ahora ni se lo que quiero que pase con nosotros, solo quiero que me digas algo. Porque no es justo que siga aquí queriéndote tanto y tú no puedas ni quieras mirarme y decirme lo que quieres de nuestra amistad" estalló en chillidos y gritos el pequeño camaleón, sin disfrazarse ni utilizar su camuflaje. "... Solo estoy tan harto, por favor"
"Estoy herido, siempre supe que eras diferente, pero te creí cuando dijiste todas tus mentiras, creí que confiabas en mí, y que yo te pagaba con la misma moneda ¿Cómo voy a confiar otra vez, si no distingo que es lo real y los falso en ti? ¿Si siento que no te conozco? No te quiero ver, necesito alejarme de ti, no es bueno que me vean con un camaleón"
Y se fue, busco otros tigres para pasar el rato y olvidarse de la pequeña mancha verde. Y el camaleón hizo un poco de lo mismo, tiró su artefacto por ahí y salió hecho verde, jugando con sus colores como no lo había hecho en mucho tiempo. Siendo libre por primera vez en mucho tiempo.
Hicieron sus caminos por separado, redescubriendo cosas que creían pérdidas, encontrando otros manantiales y animales con los que podían ser ellos mismos, sin armaduras gigantes. Pero sus rumbos se cruzaron otra vez y no supieron que hacer por un tiempo.
"Yo todavía te extraño" confesó el tigre.
"Y yo todavía quiero intentarlo, quiero volver a ser tu amigo"
"Quiero volver a jugar a las carreras"
"Quiero volver a probar el agua del manantial"
"Podemos hacerlo, siempre podremos regresar a ser amigos"
"¿Seguro?"
"Seguro"
Y volvieron al manantial y pudieron hacer todas las cosas que extrañaban y muchas más porque ya no había barreras que los bloquearan, que ocultaran quienes eran. Ya eran ellos, solo el tigre y el camaleón.
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M e t (h) a f o r a s
RandomHIstorias que te hablan al inconsiente. Si eres lo suficientemente listo, descubriras el mensaje intrinseco. Hecho con amor y un toque de realidad.