Capítulo 12

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Dejé los bolsos en un rincón de la extensa sala y me senté en el sofá. La herida en mi abdomen no era un problema y eso me relajó. La tarde se fue con rapidez a pesar de que no hice nada durante la misma. La reunión se acercaba a pasos agigantados. Mark y Leonard no estaban equivocados. Tras la muerte de Musa yo era la segunda al mando. Lo supe desde un primer momento, pero no quería cargar con ese título.

Lily fue la primera en llegar a la sala en aquella fría noche. Al igual que yo, dejó sus bolsos en uno de los rincones y tomó asiento en el sofá.

—La segunda al mando —dijo entregándome una sonrisa.

—Tú deberías tener ese título —respondí bajando la cabeza.

—Te recuerdo que mi relación con Leyson es terrible —afirmó con seguridad—. Estás en otro nivel y sé que puedes con eso y más.

Su sonrisa se borró rápidamente y, en ese momento, no me di cuenta de que algo la estaba preocupando. Mi cabeza estaba ocupada por otro tipo de pensamientos. Leonard y Mark llegaron al mismo tiempo y empujándose entre ellos. Dejaron los bolsos a un costado del blanco sofá y buscaron un lugar para sentarse.

Los cuatros estuvimos hablando hasta que Leyson llegó a la sala. Su castaño y claro cabello estaba visiblemente despeinado y las ojeras marcaban el cansancio en su rostro. Las conversaciones finalizaron abruptamente y sólo nos quedó esperar a que esa reunión de emergencia comenzara. El impacto de la noticia sobre el último robo no sería tan fuerte puesto que ya les había comunicado a todos sobre aquello.

—Tenemos al ejército y a la división especial pisándonos los talones otra vez —dijo cruzándose de brazos.

—¿Ya está la ubicación del nuevo escondite? —Preguntó Lily mirándolo fijamente.

—Estoy atrasado con todo, no esperaba que nos encontraran tan rápido —respondió sin mirarla.

Por primera vez era mi culpa que nos encontraran. Nadie lo sabía y mientras eso permaneciera así no sería la culpable.

—Actualmente el bosque ya no es un lugar seguro —continuó Leyson—. Buscaremos otro edificio durante la próxima salida y nos comunicaremos por celular.

El próximo escondite sería difícil de encontrar sin una dirección exacta. El ambiente se volvía más tenso con el pasar de los minutos y lo que, en un principio, pareció ser una reunión importante terminó dejando a la luz el nerviosismo de Leyson.

—¿Es cierto que ya nos acercamos al último robo, Leyson? —preguntó Mark.

—Sí, pero arreglaremos los detalles en el próximo escondite —respondió él apresuradamente.

Definitivamente no nos quedaba mucho tiempo para huir. El silencio reinaba mientras veíamos a Leyson buscar algo en sus bolsos.

—Leonard necesito que me entregues todos los documentos que tienes —dijo él.

—Sólo tengo los que conseguimos en el robo hace unos días —respondió entregando unos papeles.

—¿Y los de los otros robos? —preguntó vaciando en el suelo el contenido de un bolso

—Sólo me entregaste estos para que los revisara —afirmó, con seguridad, Leonard.

Miré a Lily que estaba tan perdida en aquella conversación como yo. Pude ver la desesperación en los ojos de ambos chicos.

—Esto es grave —dijo, finalmente, Leyson.

Aquella frase detonó el nerviosismo del grupo. ¿Qué era grave? Un golpe contra la pared sonó antes de que mi cabeza pudiera responder a eso.

—¡Musa! —gritó Leyson sin detener sus golpes.

Trate de buscar una mirada que entendiera lo que pasaba, pero todos estábamos en la misma situación.

—¿Que sucede? —se atrevió a preguntar Lily.

—Musa tenia los papeles que nos faltan —respondió por lo bajo Mark.

—Pero ella estaba herida —agregó Lily—. ¿Por qué los tenía?

—¡Ella era la segunda al mando! —gritó Leyson—. ¿¡Esperabas que te los de a ti!?

La sala se convirtió en un caos donde Mark y yo no supimos que hacer. Las sirenas de la policía se escuchaban lejanas, pero eso no duraría mucho. Saqué mi arma y, sin pensarlo dos veces, disparé al techo. Todas las miradas se clavaron en mi cuando el bullicio se detuvo.

—¡Se están acercando y lo único que hacen es pelear! —grité acomodando mi arma otra vez.

Leyson no continuó discutiendo y guardó todo en sus bolsos.

—Regresemos a la cabaña antes de buscar el nuevo escondite —ordenó—. La zona debe estar despejada si están acercándose.

—En el mejor de los casos, Musa escondió bien los papeles y no los encontraron —agregó Leonard.

Decidimos tomar los túneles para regresar a la cabaña otra vez. Esa vez las linternas de los celulares iluminaron el camino. Nada era seguro y solo avanzábamos con la esperanza de que ningún problema se nos presentara en el trayecto. Al llegar a la salida descubrimos que estaba totalmente cerrada. Supe de inmediato que Carlo la había tapado. Leonard se adelantó y, utilizando su habilidad, transformó en piedra sus brazos para, de un golpe, liberar el camino. Estábamos nuevamente en la cabaña. Mark y yo fuimos rápidamente a revisar los alrededores mientras el resto buscaba los papeles. Las marcas de los disparos todavía estaban presentes en las paredes. El bosque estaba oscuro y vacío: aquello fue la señal de que nuevamente habíamos escapado con éxito.

—Los bolsos de Musa no están —dijo Lily reuniéndose con nosotros.

—¿Revisaron todo? —Preguntó Mark.

—Cada rincón —respondió—, se llevaron todo.

Antes de que pudiera preguntar algo oímos a Leyson insultar y gritar. Habíamos perdido documentos muy importantes para nosotros. Era casi imposible conseguirlos al haber caído en manos de la división especial.

A los pocos minutos Leonard se reunió con nosotros en la sala. Tenía una clara expresión de enojo en su rostro.

—Tenían que estar en tu poder esos papeles —dijo mirándome con unos fríos ojos negros.

—¿¡Te tengo que recordar cómo me golpeó horas antes de la muerte de Musa!? ¡Nunca me iba a confiar los papeles! —dije alzando mi voz.

—¡Lo sé! ¡Yo más que nadie lo sé! —gritó como respuesta.

Un silencio incomodo inundó la sala y todos me miraron. Supe de inmediato que alguien estaba detrás de mí.

—Puedo recordarte los golpes si eso es lo que buscas —susurró Leyson en mi oreja izquierda.

Giré bruscamente y, como un acto de reflejo, lo empujé lejos de mí.

—¿Que se supone que haremos aquí? —preguntó Lily.

—Ya no hay nada que hacer —respondió con disgusto—. Buscaremos el nuevo escondite y una vez allí lo discutiremos.

Lo único que más nos molestó de la situación fue haber perdido esos documentos. Nuestro trabajo de años estaba en manos de nuestros enemigos. Era inútil buscar responsables en esa situación. Ninguno pudo acordarse de que Musa tenía esos papeles. En el momento no pensé que era responsabilidad mía tomarlos; después de todo, no quería ser la segunda al mando. Lily desde siempre había descartado la posibilidad de tomar el puesto de Musa en el caso de que a ella le pasara algo. Inevitablemente, y por la edad, yo era la siguiente en la lista. Sin embargo, no esperaba que ese día llegara pronto.

Era demasiado tarde para salir a buscar un escondite y a su vez era peligroso pasar la noche allí. Quise pensar otra alternativa, pero un llamado de Mark lo evitó.

—Nos encontraron —dijo.

—¿De qué hablas? —preguntó un alterado Leyson.

—Hay gente afuera —afirmó Mark.

Perseguidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora