Capítulo 16

817 76 3
                                    

Oäk

- ¡Los reyes han traicionado a su gente al aliarse con los poderes oscuros!... ¡Ellos no merecen sentarse frente a los cuatro tronos ni sus vástagos merecen la redención por dejarse influenciar por las artimañas de la reina oscura...! – El sujeto definitivamente no sabía cuándo callarse. Era un jodido hablador, de esos que hacen más interesante la lucha porque comentan hasta la jodida textura de sus entrañas cuando los destripabas. Bien por él, pronto enmudecería para siempre así que mejor que hablara todo lo que quisiera, pronto aturdiría a los jodidos Dioses con su labia fanática de mierda.

Hice un giro y mi espada atravesó el pescuezo de un idiota que venía por mi espalda. Sangre caliente me estalló en la cara empapando mi jodida ropa y uniéndose a la que ya estaba seca en mi maloliente y apelmazado pelo. Yo debía ser toda una jodida vista digna de ver, lo supe cuando una impoluta Sybila lanzó una carcajada al tiempo en que rebanaba la garganta de un infeliz y atravesaba el pecho de otro con una diferencia de segundo. Si, pues que mierda. Ella no tenía que lidiar con un estúpido traje de gala que picaba en el culo en medio de una jodida batalla a muerte. Como sea. Seguí prestándole atención al bastardo hablador frente a mí, al menos su jodida cháchara incesante no hacía que mermara su capacidad con la jodida espada. El bastardo era bueno, pero bastante jodidamente descuidado y a leguas se notaba que había empezado a cansarse. Nuestras espadas zahirieron una contra otra enviando chispas fugaces a través de aire, envié la hoja por su cuello, pero este la esquivó dando un paso hacia atrás y de inmediato contraataco enviando la suya hacia mi estómago la cual esquivé en el último jodido segundo. Bastardo hijo de puta. El infeliz no perdió el tiempo, corrió hacia mí con su espada en alto, pero la mía fue rápida y bloqueó su brutal golpe cuando esta se precipitó con todo su jodido peso sobre mi cabeza. Mi pie se alzó por instinto y golpeó duro en su estómago, hundiéndose entre el canal de sus costillas. El imbécil hablador soltó el aire con un gemido y sus dedos flojos dejaron escapar su espada al tiempo en que su cuerpo caía sobre los guijarros desiguales soltando un quejido. Me detuve de pie frente a él blandiendo mi espada para rematarlo. Él lo supo y con lo último que quedaba de dignidad en sus ojos me miró con odio infinito y sonrió – Ella traerá la maldición sobre estas tierras... - dijo como si el mismo estuviera maldiciendo el aire con sus últimas palabras. No tuve que ser un jodido puto genio para adivinar que el jodido lengua larga estaba hablado de Sam.

- Cállate... - mascullé entre dientes sintiendo como una jodida rabia reptaba por mis tripas como un incendio. Él no tenía ni siquiera el derecho a pensar en ella.

- Él la usará como un instrumento y ella al final le será fiel a su naturaleza. Los reyes caerán, los herederos perecerán y él asumirá sobre los cuatro tronos con la reina oscura como su consorte. Ambos reinarán sobre los huesos de las antiguas hadas y el mundo de Faiel no será más que una pesadilla... -

- ¡¿Quién es él?! – Una rabia ciega me volvió irracional y me llevó a sacudir al pequeño come mierda como si de un costal viejo se tratara - ¡Habla! –

El muy imbécil sonrió – Él vástago perdido. El heredero de las sombras. Aquel al que mi señor sirve... - dijo finalmente antes de mascar algo. Soltó un quejido gutural casi al mismo tiempo en que espuma sangrienta empezaba a brotar de su boca donde la carne comenzó a disolverse hasta los huesos dejando expuesto todo el hueso de la mandíbula. Mierda. El idiota hablador guardaba una pastilla de ácido corrosivo bajo la lengua.

Ahora se había despachado a si mismo hacia el infierno dejándome más jodidas dudas que respuestas. El hijo de puta podía ser un bastardo hablador, quizás todo fuera una cháchara de última hora para amedrentarme o una loca alucinación de su muy lavado cerebro, sabía la mierda que aquellos infelices eran buenos a la hora de inventar mierda cuando sabían que estaban a punto de morir ¡Pero qué diablos! No podía sacarme ese jodido mal presentimiento que ahora mismo me cavaba el cerebro como un puto aguijón del infierno. Mierda, estaba cansado de todo esto. No era malditamente justo.

AwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora