Un cigarrillo

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    Un cigarrillo
   Las hojas de los árboles besaron el suelo con la llegada del otoño. El verano se despidió con una lágrima en el rostro. La primera y el invierno aún estaban en hibernación.
  El estaba solo en su banco, viendo como los niños jugaban con las hojas caídas y resaltaban el rojo y el naranja; y como una pareja de ancianos daba un paseo dados de la mano por el parque. Juventud y vejez tan cercas pero tan lejos; ilusión y nostalgia sonriendo desde cada extremo.
  Sacó un cigarrillo que le costó bastante encender. El no era joven ni viejo. El no se hallaba en el principio, pero tampoco andaba en el final. El humo salió propulsado de sus labios, creando formas abstractas que revoleteaban por el aire.
No se percató que ella se acercaba con paso decidido. Volvió a llevarse el cigarrillo a los labios. Ella de sentó a su lado y lo miro con lástima. El se dió cuenta de la expresión de la mirada y esbozó una sonrisa fugaz. Ella, que no le había quitado el ojo, increíblemente que fuera también sonrió.
  -¿Te gusto o qué?- Dijo él con tono pícaro. Ella le dedicó una mirada asesina. Suspiró.
  -¿Te importaría apagar el cigarrillo?- preguntó mirando a los niños que ahora discutían x ver quién amontonaba más hojas- es que tengo cáncer de pulmón, y como que el cigarrillo no es el mejor remedio. Él no vaciló, tan pronto escuchó estás palabras tiró el cigarrillo hacia el frente y lo pisó con los pies.
-Vaya, lo siento.- se avergonzó el- no era mi intención.
- ¿Por que lo sientes?- se extrañó ella- apenas me conoces. A lo mejor solo te estoy tomando el pelo.
- Es una cuestión de civismo chica desconocida. Dijo el con una sonrisa de oreja a oreja que resaltaba sus ojos azules. Ella evaluó su rostro con atención, se detuvo en sus ojos, al parecer le gustaron.
   - Chico desconocido, estás de suerte. Quedamos para cenar mañana a las 8. Toma- le entregó un papel bastante arrugada con unas palabras garabeteadas. - Está es mi dirección.
  - Veo que tenías preparada la maniobra.
- Hay que ser precavida. Sonrió y se levantó del banco.- Laura- susurró. Como si se avergonzara de su nombre.
-Christian.
  Laura hurgó en su bolso y saco un mechero y una caja de cigarrillos. Comenzó a fumar. Christian sonrió.
  - Al parecer si me estabas tomando el pelo.
  - Guapo e inteligente, mi querido Christian, vas sumando puntos
 
  Estaban los 2 en un restaurante bastante moderno. Ya sabes, esos cocineros locos que hacen platos con nombres más grandes que la porción  que te sirven. Christian suponía que estaba bien para una primera cita. Pero a Laura no le gustaba mucho la idea. Tan pronto se acabaron la primera botella de vino, Laura dijo que se aburría y que esta vez, ella decidía el lugar de la cita.
  -¿A dónde vamos?- pregunto Christian atemorizado por la inexperiencia de Laura con el volante.
  -A mi lugar secreto- dijo.
  Después de unos minutos conduciendo. Laura se detuvo en un lugar que no había Sido afectado x el otoño. Los árboles escondían un lago que servía de espejo para la luna y las estrellas. Ellos se sentaron en la orilla.
  - Mi padre solía traerme aquí cuando era pequeña.- dijo mirando con nostalgia el centro del lago-  Era mi lugar favorito en el mundo. Aquí viví los mejores momentos de mi vida- sonrió, pero su sonrisa se esfumó fugazmente- y los peores también.
  Christian miraba con atención a Laura. No sé había dado cuenta de lo hermosa que era. Sus ojos eran grises y claros, su piel parecía seda a la luz de la luna, y su cabellera negra parecía que siempre era agitada x el aire. El no sabía que decir.
  - Diría que me estás tomando el pelo otra vez- se fijó en la lágrima que   se asomó en su rostro.- Pero a juzgar de la lágrima que te estás secando ahora mismo diría que me estás diciendo la verdad.
  Laura sonrió y buscó los ojos de de Christian
  - Tienes  unos ojos preciosos.
  - A mi me gustan más lo tuyos.
  Laura se sonrojó. Christian se arrecostó a la arena y Laura siguió su ejemplo.
  -Mi padre murió aquí- hizo una pausa. Un silencio incómodo tomo protagonismo.- Mi madre murió cuando yo nací. Mi padre lo era todo para mí. Mi apoyo, mi hombro.- hizo otra pausa, otra lágrima se había escapado- Murió de un ataque al corazón. Estábamos aquí, en este mismo sitio. Estaba feliz xq conseguí la beca de mis sueños, y, y.- no pudo aguantarlo más, todas las lágrimas que estaba reprimiendo se escaparon de sus ojos. Lloraba desconsoladamente. - Mi padre murió, la persona más importante de mi vida murió, era ...- Los labios de Christian no la dejaron terminar. Laura sintió una descarga eléctrica cuando sus labios se encontraron con los de Christian.
  - Me gustas Laura.

  Después de esa cita, Laura y Christian se siguieron viendo. Se querían, se gustaban, se entendían y se amaban. La relación comenzó unas semanas después. Laura fue a vivir con Christian. Esa noche, la vida de ambos cambió.

- Amor, por qué me grabas?
  - Porque quiero tener la prueba eterna de como reaccionaste después de esto.             Laura no entendía lo que estaba pasando. Christian se agachó y se llevó la mano a los bolsillos. Tomo una caja pequeña y elegante y se la mostró a su novia. La abrió, y mosteo el anillo de compromiso.
  Laura comenzó a llorar, pero esta vez no era de dolor, sino de felicidad.
  - Laura Becker, te casarías conmigo?- los ojos azules de Christian también estaban anegados en lágrimas, su corazón iba a mil x hora. Laura no sabía que decir, así que lo besó. El le siguió el beso. El amor inundó la habitación, el pudor le haría compañía después.

  Llegó el día de la boda. El sonido de las olas iba y venía. Christian estaba a punto de estallar de los nervios. Sus ojos azules  parecían joyas al atardecer. Faltaban solo minutos para que Laura llegara. El viento agitaba se melena negra, los invitados cuchicheaban entre sí. Entonces ella llegó. Iba espléndida. El vestido blanco hondeaba a la par de su cabellera. Sus ojos grises resaltaban desde la distancia. Laura era una diosa, a punto de juntarse con su Dios. Avanzó timídamente. Todad las miradas se concentraron en sus pasos. Sin embargo ella sonreía como si en ese momento, solo existiera Christian.
 
  - Estamos aquí reunidos, para unir en sagrado matrimonio a Laura Becker, y a Christian Johnson. Laura, prometes amar a tu Christian en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte os separe?
  - Lo prometo- Dijo con decisión.
  - Christian, prometes amar a Laura en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe.
  - Lo prometo- dijo casi inmediato
  - Bueno, yo os declaro marido y mujer- El cura se dirigió a Christian con una sonrisa benévola- puede besar a la novia.
  Ese beso selló sus vidas. El contacto de los labios marcó el futuro de ambos. Estar juntos para la eternidad
  - Te amo Laura
  - Te amo Christian.

  Los años pasaron. Laura y Christian tuvieron 2 hijos. Mathew y Violet, el primero heredó los ojos de su madre, la segunda los de su padre. Ellos se amaban y siempre se amarían. Pero todos los cuentos de hadas llegan su final.

  La cabeza de Laura estaba tapada x un pañuelo azul como los ojos de su marido. Su rostro paso a ser el hogar de unas cuantas arrugas, sin embargo, Christian la amaba como desde el primer día. El sonido de la máquina atentaba contra los oídos. Pi pi pi pi, era insoportable. Sujetándole la mano estaba Christian. El tampoco se había librado del pasar de los años. Su cara también estaba surcada de arrugas, y su melena paso de negro a gris. Pero sus ojos, sus ojos seguían azules como el océano.
  El rostro de Christian estaba empapado en lágrimas de dolor.
  - Al final no te tome el pelo del todo amor.- Dijo con una sonrisa. Christian no podía responder. Estaba ahogándose en sus propias lágrimas, y apuñalóndose con sus propios sollozos. Con un esfuerzo casi sobrehumano, Laura lo besó. - Ahora quién consuela a quien.
  - Laura, no, no puede ser, por qué no yo.
-  Christian, Mírame. -Christian levantó la mirada- eres el amor de mi vida.
  Los ojos de Laura se quedaron vacíos. El "pi pi" de la máquina se extinguió. Laura murió, y con ella. Se llevó la parte más importante de Christian. El amor
 
  Christian se hallaba en el mismo banco de hace unos 50 años. El parque también había sucumbido al paso del tiempo. Metió una mano en el bolsillo, sacó un cigarrillo y se lo llevó a los labios. El otoño lo miraba con lástima. Christian sonrió. El sabía que el día de su boda, el cura se había equivocado. La muerte no los separó; hizo que se amaran con más fuerzas de las necesarias. Esta vez, el humo ya no tenía formas abstractas, sino el rostro de una mujer de unos ojos grises como las estrellas en invierno, y con una cabellera negra agitada x la brisa de verano. Apagó el cigarrillo y lo tiró al suelo. Antes de marcharse, observo el banco donde todo había empezado, una lágrima se escapó de sus ojos azul marino. Sonrió y dijo
  - Todo comenzó x un cigarrillo.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2020 ⏰

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