41. [Capitulo Narrado]

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Sanji estaba decidido a pedirle noviazgo a Usopp, si fuese por él, saltaría hasta el matrimonio directamente, pero no quería retroceder los pasos que con mucho trabajo y dedicación avanzó hacia el moreno. Planificó una noche con todo lo que le gusta al tirador de los Mugiwara, presentándolo en una cena a la luz de la luna.

Hubo comida, charlas y coqueteo –al menos Sanji coqueteó– para finalmente bailar a la luz de la luna. Con ayuda de Brook, el rubio sacó a bailar al moreno, meciéndose al compás de la suave melodía que el mayor les brindaba; a ratos sujetaba las caderas de su amado, o le brindaba leves caricias en las mejillas mientras lo acercaba a su pecho. Usopp estaba rojo, más rojo de lo que alguna vez había estado en su vida. Y justo cuando Brook dejó de tocar y se retiró silenciosamente, Sanji depositó un tierno beso en la frente de Usopp.

Ese beso tenía un significado grande y especial.

—Usopp, ¿Sabes qué significan los besos en la frente?

El moreno negó.

—Significa que con este beso declaro, con la luna como testigo, que juro protegerte el resto de mi vida, con todo mi corazón.

Los ojos del pelinegro brillaron, un poco por las lágrimas acumuladas y otro poco por la emoción.

—Sanji...

—Sé que me veo poco serio y confiable, pero te juro que jamás he sentido algo tan grande como lo que siento por ti. Usopp, ¿Me concedes el honor de ser tu novio?

El pelinegro lo miró con timidez. —La verdad pensé que yo tendría que preguntarte eso.

—No importa quién le pregunte a quién, no tiene relevancia. Lo que si es importante es la respuesta.

De repente se sintió temeroso. —Generalmente le pido a mi cabeza que tome las decisiones e ignore a mi corazón, después de todo, soy una persona cobarde que habría muerto hace mucho sin un cerebro brillante al mando. No tengo tierras, mucho menos riqueza... No cocino comidas deliciosas como tú ni tampoco puedo coquetear como tú, pero mi corazón es sincero y late con fuerza cada vez que te veo... Es lo único que puedo darte, Sanji.

—Es más que suficiente. —respondió Sanji en un susurro emocionado. —Es más que suficiente, Usopp.

—Entonces sí. Quiero que seamos novios, Sanji. —declaró el moreno.

La luna brillaba con fuerza iluminando el cielo estrellado... Fue una buena noche después de todo.

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Como habían dicho, Usopp y Kaya tenían una conversación pendiente. El moreno la miró. Ella fue la persona que alguna vez ocupó sus pensamientos, aquella mujer con la que pensó compartir su vida... El corazón realmente es una cosa loca, y la magnitud de sus sentimientos le parece una cosa aún más loca todavía.

Como no podían hablar frente a frente, decidieron hablar por videollamada.

—Pensé que si era paciente, algún día estaríamos juntos... —confesó la rubia.

Usopp suspiró. —Este tipo de cosas... No es algo que se pueda controlar.

—¿Pero de verdad lo amas? ¿Estás seguro de que no es algún tipo de etapa? ¿Una confusión?

Usopp esbozó una pequeña sonrisa.

—He pasado muchas cosas con Sanji, aventuras tan locas que jamás me habría imaginado vivir... No es una cosa de un par de días. Sé que no estoy confundido.

—¿Entonces cuándo empezó?

—Supongo que poco después de conocernos. —Usopp mostró el atisbo de una sonrisa ante el recuerdo—. Sanji tiene una extraña forma de llamar la atención.

La rubia lo miró sin decir una palabra, silenciosamente derrotada. El moreno recordó esa mirada, la misma mirada triste que tenía cuando la conoció.

—Eres una mujer maravillosa, Kaya; eres amable, inteligente, servicial y una amiga fantástica, eres muy especial para mí, pero no ese tipo de especial amoroso. La verdad no sé si se entiende... —dijo Usopp, rascándose el pelo.

Siempre pensó que Sanji se rendiría pronto, pero pasaban los días y el rubio seguía tan persistente como el primer día. Y cuando te acostumbras a tener la atención de alguien todos los días, luego se hace extraño no tenerla. Cuando parecía que Sanji se había rendido, usó su descuido para robarle un beso. Su primer beso.

—No quiero dejar de hablar contigo... —mencionó la rubia.

—No hay necesidad de perder contacto, pero solo puedo ofrecerte mi más sincera amistad.

Después de todo, su corazón fue robado por un cocinero rubio.

—Lo entiendo... No soy ese tipo de persona, de verdad deseo que seas feliz, Usopp. ¿Seguimos siendo amigos?

—Por supuesto, seguimos siendo amigos.

Poco después ambos se despidieron y el moreno se dirigió a la posada en la que se estaban quedando. Fue a buscar a su cocinero rubio.

Seguramente Luffy le pidió alguna cosa, porque estaba cortando mucha carne y friendo alguna cosa. Sonrió. Se acercó con mucho cuidado por detrás y abrazó a Sanji por la espalda, reposando la cabeza en el hombro del rubio. Sanji tiene buenos sentidos, ¿Cómo podría no sentirlo? Simplemente quería ver qué hacía. Satisfecho, giró su cabeza y depositó un pequeño beso en los labios carnosos del moreno.

—¿Cómo te fue? —le preguntó mientras aliñaba la carne.

—Kaya siempre ha sido una chica muy amable, lo tomó mucho mejor de lo que pensé.

—Eso es bueno. —respondió Sanji.

—Es cierto. ¿Qué estás cocinando? Huele bien.

Sanji mostró una sonrisa coqueta y dijo: —Mi amor, estoy cocinando yo. Obviamente huele bien.

Usopp rodó los ojos con una sonrisa divertida, por alguna razón que desconoce, Sanji adora alardear frente a él. El rubio metió la carne al horno, retiró del fuego un par de cosas y se giró, acorralando al moreno en la pared más cercana.

—Tengo antojo de una cosa... —dijo en voz baja.

—No quiero preguntar. —se apresuró a responder el moreno.

Bajando la cabeza, Sanji depositó un beso en la clavícula de Usopp que quedaba al descubierto con la ropa que llevaba puesta.

—Me refería a abrazarte todo el día, pervertido. —dijo el rubio divertido, abrazándolo.

—Usopp hizo una mueca y respondió: —Si no puedes ver cómo me estás mirando, no te atrevas a llamarme pervertido, Sanji.

Cuando Sanji soltó una estruendosa carcajada Usopp sintió como resonaba en su caja torácica, provocando un fuerte sonrojo en todo su rostro. Abrazó el cuello del rubio para que no lo vea con la cara roja. El corazón bombeaba como loco dentro de su pecho.

En esa posición no solo escuchaba su propio corazón acelerado, sino también el de Sanji, y eso de alguna forma le hacía sentir seguro, porque sabía que tomó la decisión correcta al entregarle su corazón al rubio.

¿El que se enamora último se enamora peor?

Seguramente.










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