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1 año después.

Diego, un hombre de 45 años de estatura media y levemente canoso, no ha dormido en toda la noche. Aún con recuerdos perdidos, sueños extraños. Sumándole además las historias de sus pacientes que no eran para nada normales. Desde la muerte de su esposa ha tenido algunas lagunas mentales, malos tratos a pacientes. Aunque estaba aún certificado para aplicar sus conocimientos psiquiátricos en un entorno laboral, a lo largo del año ha perdido a muchos pacientes debido a sus malos tratos. No ha vuelto a ser el mismo psicólogo paciente e interesado. Y aunque aún no lo despiden, ya recibido amenazas de expulsión por parte del dueño del local.

El local donde trabajaba era específicamente para entornos psicológicos, como si fuera un grupo entero. Y él no era el favorito, pero faltaba personal.

Acostado boca abajo intentando reconciliar el sueño dentro de su oficina entra su secretaria Marta, una mujer de tacones altos y porte ancho de unos 36 años. Cabello rubio y pestañas largas, enfurecida, vestía elegante como siempre, después de todo se debía de ver presentable. Siempre ha sido coqueta. Sin mencionar a Diego quien aunque su vida dependiera de ello, no se quitaría el pijama.
Él es consciente de cómo debe presentarse ante sus pacientes, lo sabe perfectamente. Después de años siendo psicólogo hasta él tendría un tornillo flojo.

- ¡Diego!.- Exclamó su secretaría, la cual aunque llevaba años viviendo en Uruguay, aún se sentía marcado ese acento colombiano.

Diego se levanta de un golpe debido a los gritos, tirando algunas hojas a los costados.

- ¡Yo no robe el caballo...! .- murmuró Diego a la vez que se despertaba, somnoliento.

- ¿Qué?

- ¿Qué... ?

- ¿Qué fue lo que dijiste?.- Preguntó confundida ella.

- Yo no dije nada.

- Cuando se levantó murmuró algo.

- Deberías dejar de tomar esas pastillas para dormir, te hacen escuchar cosas y quedas más tonta de lo que... No... eres.

Diego enderezó su corbata evitando el tema, se había vuelto más impulsivo.
Su secretaria formando un gesto de frustración, posó bruscamente sobre el escritorio un par de informes.

- Hoy tendrás unas cuantas citas, así que ve leyendo los informes de tus pacientes.

- Esta bien. Gracias Lara.- Agradeció el psicólogo.

- ¿Lara?

- ¡Juana!

- ¿¡Juana!?.- Exclamó indignada.

- ¡Da igual! Sólo traeme un café.

- Si, señor.- Respondió su secretaria pese la falta de respeto de parte de Diego.

Ella sale del consultorio dejando a Diego a solas, pisando aquellas hojas que se habían caído en un inicio. Incluso ella quien llegó a tenerle cariño en el pasado por ser el esposo de su mejor amiga, actualmente solo le genera rechazo. Pero ella lo intenta, o al menos intenta no ser tan dura con él.

- Debería dejar esas pastillas... - Murmura para si mismo Diego, ignorando el hecho de haber recibido visitas tan pronto.

Tres personas ingresan al consultorio directamente a su oficina. Una madre junto a sus dos hijos quienes se veían jóvenes, inclusive la madre. Ella, quien se veía muy impaciente, entró primero tomando del brazo a uno de sus hijos empujándolo hacia el escritorio. La afectada, una chica llamada Elisa de 15 años quien parecía ser la mas joven, se encontraba muy confundida ante la situación. Sin embargo el segundo hijo Leo, quien portaba unos aproximados 18 años se veía indiferente, sin hacer contacto visual. Pese a que estaba tocando las cosas de la habitación Diego no le dio importancia.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2024 ⏰

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