Capítulo III

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Por más que analizara el plano que indicaba dónde estaba cada cosa, no lograba aclararse. Había subido y bajado escaleras, ya presentía haber pasado por el mismo lugar unas tres veces, pero en ningún mendigo punto del mapa mencionaba en dónde estaba el dichoso salón.

Pedazo de papel inútil.

Observó frustrada el reloj que colgaba en lo alto de la pared del frente y maldijo por lo bajo, ya iban doce minutos de la clase y ella seguía perdida en los pasillos.

Dejó caer su espalda en una de las taquillas. Frente a ella, una ventana mostraba la avenida donde se había despedido de su padre. ¿Cuánto tiempo llevaba caminando en círculos sin tener idea de a dónde iba? Si la profesora Hillary, su mentora de geografía, supiese lo perdida que andaba en un simple edificio, seguro la haría repetir el curso por no saber leer mapas.

Suspiró cansada. Debía encontrar la forma de llegar a clases o perdería la primera hora.

Excelente primer inicio de clases.

Se le ocurrió que podría ir tocando puertas para pedir indicaciones, pero la idea de interrumpir una clase y captar la mirada de todos no sonaba nada agradable.

Fue cuando divisó una cabellera roja saliendo de un pasillo a su izquierda. Su llamativa mata de pelo rojo-anaranjado esponjado que le llegaba hasta media espalda captó su atención al instante, y ¿cómo no?, si con ese pelo la vería hasta a un kilómetro de distancia, su apariencia le recordó a una princesa de Disney cuyo nombre no pudo recordar en ese momento, aunque en una versión más moderna, con zapatillas, jeans y un suéter morado.

Caminaba apresurada con la vista clavada en su celular en dirección contraria sin haber reparado en su presencia.

—¡Eh...! ¡Hola! —Intentó llamar su atención.

La pelirroja levantó la vista desconcertada buscando el origen de la voz hasta que giró en media vuelta. Eileen se dirigía hacia ella aliviada por haberse topado al fin con alguien. Omitiendo el encuentro con aquel chico raro que casi la aplastó antes.

—Hola ­—Saludó cuando llegó a su lado.

—Me llamo Eileen. Disculpa, soy nueva y me he perdido —explicó avergonzada— ¿podrías decirme dónde queda el aula 508? Me harías un gran favor, llevo dando vueltas casi veinte minutos. —Los ojos de la pelirroja se ampliaron de golpe, poseían un precioso verde esmeralda que contrastaba notablemente con su pelo y blanca piel.

—¡Oh, tú debes ser la chica nueva! —Exclamó sorprendida. —No sabía si los rumores sobre ti eran ciertos, pero mírate... ¡qué bonita eres! —Eileen sonrió tímidamente ante el cumplido. —No llegan muchos alumnos nuevos aquí.

Los rizos de la ojiverde se agitaron con su repentina alegría, a todas luces parecía demasiado entusiasta.

—Sígueme, te mostraré dónde es—, sin esperar ninguna respuesta, la chica tomó su muñeca y tiró de su brazo para que la siguiera. —Me dirigía justo allá, parece que estamos en la misma clase.

La castaña sujetó la mochila en su hombro mientras le seguía el pasó. Si bien le pareció atrevido, no dijo nada al respecto.

—Eileen, ¿verdad? —asintió a la vez que formulaba un "sí". —Soy Samantha, mucho gusto.

Era simpática, su apariencia la hacía ver graciosa, en especial cuando giraba su cabeza en cualquier dirección haciendo rebotar los rizos que se proyectaban en todas direcciones. Pensó que a ella le daría una lata tener que lidiar diariamente con un cabello tan rebelde, pero a Samantha no parecía darle problema alguno.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2020 ⏰

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