Capítulo 2: INSTINTOS

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La secundaria San Judas Tadeo, uno de los colegios nacionales más prestigiosos de la ciudad, se convertiría en mi alma mater por los próximos cinco años. Mis padres habían tomado la decisión de cambiarme de escuela desde mucho antes de terminar la primaria.
Toda mi infancia había estudiado en un colegio que quedaba a cuatro cuadras de mi casa. Tenía amigos, excelentes profesores y buenos recuerdos. Pero para mis padres, la idea de dejar que su retoño empiece a volar un poco más lejos era algo necesario.
Durante el almuerzo, mi padre anunció - Tom,  desde el próximo año estudiarás en un buen colegio en la ciudad. Es hora de que conozcas el exterior, hacer nuevos amigos y empezar a madurar- esas palabras me desconcertaron.
- Pero papá, ¿Por qué? ¿Qué he hecho mal?- fueron las preguntas que salieron de mí enseguida.
- Quiero que conozcas que hay muchas cosas afuera. No toda la vida vas a estar aquí en el lugar donde vives.
Me sentí indignado, como si lo que yo opinara no tuviera voz ni voto. He hice lo que cualquier niño de once años hubiera hecho, un berrinche.
Aparté mi plato hacia el centro de la mesa en son de protesta y rechazo a la decisión tomada y me levanté sin mirar a nadie.
Una acción muy valiente de mi parte, aunque la valentía no me duró demasiado. Cuando dejé mi sitio vacío e iba en dirección a mi habitación, la mirada me traicionó y volteé hacia mi padre. Quizas era mi curiosidad por saber la reacción que tendría. Lo que me encontré fueron sus ojos viéndome fijamente como si me dijeran 《 Sigue así y me voy a levantar, y no para felicitarte》. Eso hizo que reconsidere mi actitud y regrese a mi lugar.
Me senté algo avergonzado por no haber llegado más lejos y enojado por las disimuladas risas de mis hermanos que habían disfrutado de todo el espectáculo. Mi madre permanecía indiferente, apoyaba a mi padre y no iba a dar más importancia a una pataleta mía.
El señor Tomás Ernest Campbell, un hombre correcto y firme. Un padre muy amoroso con sus hijos pero también recto cuando tenía que corregir. Su oficio era el comercio de calzado. A pesar de nunca haber ido a la universidad era muy inteligente y su mayor destreza, la toma de decisiones. Sin lugar a dudas, él quería lo mejor para mí y era consciente de que ese cambio tomaría tiempo pero que al final sería positivo.
Pero en ese momento no entendía a lo que se refería. Hasta hace un instante todo estaba bien. Si no hubieran salido esas palabras de su boca, al dia siguiente seguiría asistiendo al colegio con la tranquilidad de todos los días, pasaría tiempo con mis amigos sabiendo que volvería a verlos y todo hubiese estado normal. Sin embargo, ahora todo eso iba a irse, dejaría todo lo que hasta ese momento era mi mundo.
Las semanas fueron pasando. La idea de cambiarme de escuela era algo a lo que tenía que adaptarme. Pero, hoy no era un día para pensar en eso. Hoy era el cumpleaños de mi mejor amigo, Diego.
Nos conocimos en el quinto grado y desde allí fuimos inseparables. Soliamos jugar videojuegos, siempre en equipo y pasabamos  la tarde entera atravesando los obstáculos de toda una aventura digital. El tiempo pasaba tan rápido que al rato su madre nos avisaba de que era suficiente por el día.
Junto a Gabriel hacíamos el trío perfecto. Espera, eso sonó raro. Haciamos el grupo perfecto, mucho mejor.
Pero a diferencia de Diego, mi comportamiento para con Gabriel era distinto. Por Diego sentía una profunda amistad pero Gabriel me hacíá volar. Él me hacía sentir cosas nuevas. Su sola presencia bastaba para iluminar el lugar en donde estaba.
Él me gustaba. Y no sé cómo sentiste la primera vez que alguien te gustó pero yo me sentía estupidamente feliz. No sé si era su bello rostro o su forma de ser pero no dejaba de mirarle. Dios, en serio me gustaba mucho.
Si pudiera definir a mi chico ideal pues uno de los requisitos que tenía que cumplir era el ser inteligente. Y para mi suerte, él sí que lo era,  al menos en matemáticas y eso era un punto a favor.
Trataba de mostrarme lo más natural posible pero a veces eso puede salirte totalmente al revés.
- Chicos, hoy a las siete habrá una cena por mi cumpleaños. Mi madre lo está organizando y están invitados.
- ¿Puedo llevar conmigo a Lizzie?, preguntó Gabriel.
Espera, ¿Qué?. Sí, sé lo que estás pensando y no, Lizzie no era el nombre de su mascota. Ella era su enamorada.
-Creo que Diego está invitando solo a sus amigos más cercanos. No sería oportuno que la lleves- me adelanté.
-No, no hay problema Tom. Gabriel puede llevar a Lizzie si desea.
No puedo explicar la sensación que tuve pero era lo que tú llamarias "celos". Lizzie no era para nada la primer puesto del salón y su futuro no era muy prometedor que digamos. Era la típica chica que solo le interesaba hacer vida social y le gustaba fastidiarme, no era santa de mi devoción.
Pero por alguna razón ellos estaban juntos. Eso era algo que debía de aceptar, no tenía oportunidad de cambiar las cosas. No podía decirle 《Hey Gabriel, estoy enamorado de ti 》. Hubiera sido ridiculamente rechazado y el hazmereír de toda la clase si lo llegara a contar. Quizás y hasta todos se hubieran apartado de mí y ni imaginar que eso llegase a oídos de mis padres. Tenía que vivir con mi amor por dentro.
Eran las seis y media cuando Gabriel tocó mi puerta acompañado de Lizzie. Aún no estaba listo pero me cambié lo más rápido posible y fuimos a la casa de Diego. Debo decir que una de mis grandes virtudes no era precisamente el llegar a tiempo pero de una forma u otra lo hice.
Diego nos recibió con gran alegría y todo estaba impecable. La mesa de bocaditos estaba llena, la comida se veía deliciosa. Lizzie entró rapidamente a acomodarse en uno de los asientos. Aproveché el momento donde estábamos solos para decir algo que hasta ese momento me perturbaba. El hecho de que quizás sería una de las últimas veces en que pasaríamos un momento juntos.
- ¿ De verdad te vas a cambiar de colegio?
- He escuchado que sus alumnos son muy problemáticos, tienen vicios y pertenecen a pandillas.
- Lo sé, pero mis padres ya decidieron y eso no lo puedo cambiar.
- Entonces disfrutemos este momento como los mejores amigos que somos.
Esa noche fue uno de los mejores momentos de mi vida. Todos estuvimos felices, riendo y celebrando el hecho de estar juntos y habernos conocido. Solo fuimos los tres. Lizzie estaba entretenida en la mesa de bocaditos y haciendo nuevas amistades.

Aún así, al final no pude evitar sentir nostalgia. Subí al balcon de la casa, quería un momento a solas para pensar.
No sabía que era lo que me depararía en la secundaria San Judas Tadeo pero confiaba en la decisión de papá, aprendí a hacerlo. A veces tememos a lo desconocido, es la naturaleza del hombre. Yo tenía miedo. Pero, no por el hecho de que sea algo nuevo o diferente significaba que era malo.
Mientras todos esos pensamientos flotaban en mi mente como las estrellas lo hacían en ese fondo oscuro en el cielo. Sentí que alguién vino detrás, era Gabriel.
- ¿ Qué haces aquí?, pregunté.
- Lo mismo que tú, vine a observar el cielo. Es una bonita noche, ¿no crees?
-Sí, es verdad. Todas esas luces en el cielo alumbrando nuestros caminos- suspiré.
-¿ Estás seguro que te irás?
-Sí, ya está decidido.
-¿ Y no puedo hacer nada para cambiar eso?
- No lo creo.Por cierto, ¿dónde está Die..?
-No hables más...
No podía creer lo que estaba ocurriendo en ese momento pero todos mis sentidos se enfocaron en él. Gabriel se acercó a mí e hizo lo que nunca creí que pasaría.
Él me besó.

Lo Que Nunca Te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora