Capítulo 2Llegué a casa. Me estaba hiperventilando. Corrí de la cancha hasta aquí.
En ese preciso momento me di cuenta de que necesitaba hacer ejercicio más seguido.
–Llegas tarde, -Dijo Samantha bajando las escaleras.
–Me sorprendí, –Lo sé, es que... No me fijé mucho en el reloj, –Bajé la mirada.
–Sube a arreglarte antes de que tu tía te vea, –Me tomó la mano.
Ambas nos quedamos heladas, cuando vimos a Cristina. Se veía impecable, como siempre.
–¿Por qué llegas a esta hora? Se supone que llegarías más temprano. Mira como está tu cabello, estás toda sudada, hecha un desastre, –La desaprobación en su mirada.
–Lo siento, te juro que me arreglaré rápido.
–Ok, sube y lo haces. Falta poco para que lleguen los invitados.
–Te prometo que no tardare nada, – pasé a su lado en dirección a mi habitación.
Me metí al baño y me duche lo más rápido posible.
Tranquilos, si use jabón.
Al salir del baño me di cuenta del vestido que se encontraba tendido en mi cama. Lo más probable era que mis tías lo habían comprado para mí.
No entiendo porque esta cena es tan importante. ¿Por qué quieren que me vea tan elegante? ¿Quién viene a comer, el presidente?
–¡Serena! ¡¿Ya estas lista?! –Escucho gritar a mi tía Cristina, desde abajo.
–¡En un minuto! –Dije tomando el vestido, para así proceder a ponérmelo.
El vestido era azul. Mi color favorito. Me llegaba por encima de las rodillas; no era ni tan largo ni tan corto.
Vasto sólo un poco de maquillaje para estar lista y salir de la habitación.
–Hasta que por fin, –Dice Samantha al verme bajar las escaleras.
–Tía no seas tan exagerada. No tarde tanto.
–Ves, ahora si te ves bien, –Dijo Cristina, esta vez observándome con aprobación.
–Puse mis ojos en blanco, –Bueno, donde estan los invitados, –Pregunté expectante.
–No tardan en llegar, –Dijo Samantha.
–¿Puedo preguntar algo?
–Claro, ¿Qué pasa? –Dijo Samantha. Ambas me miraron expectantes.
–¿Por qué es tan importante esta cena? –Las miro con el ceño fruncido.
Ellos... Ellos eran amigos de tus padres, –Dijo Cristina. Se notaba el dolor en su voz.
La muerte de mis padres había dejado eridas que todavía no sanaban. A pesar de que fue hace mucho tiempo, dolía... Dolía demasiado.
Iba a abrir la boca para hablar, pero el timbre de la puerta sonó, impidiendo que las palabras salieran de mi boca.
Mi tía Cristina, abrió la puerta dejando pasar a una mujer y a un hombre, los que supuse eran esposos. Ella los saluda con agrado.
Quedé totalmente sorprendida cuando detrás de ellos, veo entrar al chico con el que había peleado en la cancha de basquetbol, hace unas horas.
Una sonrisa se formo en los labios del chico, en el momento en que me vio.
–Pero cuánto has creciendo, Serena. –Dijo la mujer acercándose a mí para darme un corto, pero asfixiante abrazo.

ESTÁS LEYENDO
Sin Miedo A Nada
Novela JuvenilNunca pensé que mi vida podía cambiar tan rápido de la noche a la mañana. Pero así fue. Gracias a la persona que me enseño a vivir la vida sin miedo a nada.