Creció, tanto como pudo, y cayó; la gota de sudor recorrió toda su frente, tratando de perseguir al resto.Su cuerpo hervía, y no de aquel calor que te produce la fiebre, tampoco el que te produce un amor, era calor de cansancio, y ella estaba en llamas.
Llevaba mas de 6 horas haciendo el gran ultimo esfuerzo, tratando de juntar todo el valor que le fuera posible, y recordándose a si misma lo satisfactorio que seria terminar de una maldita vez, cada vez que quería tirar la toalla. Podía sentir como sus pequeños rizos dorados se pegaban entre si y a su vez, se pegaban a su delicada piel color oliva, y podía sentir como sus finas prendas blancas comenzaban a lucir en ella como simples harapos, pues se encontraba mal oliente y con terribles deseos de un baño frio, detestaba con cada parte de su ser todo lo que estaba viviendo, los dolores intensos que por alguna extraña razón se extendían a partes de su cuerpo que ni siquiera estaban realizando ni el mas mínimo esfuerzo, como si de repente, todos sus sentidos estuvieran en su maxima suceptibilidad, y pudiera percibir dentro de si, sus huesos retorserse, y su sangre hervir. Pero debía continuar por él, por ellos, esos pequeños milagros que le habían otorgado los dioses, la vida, y que por fin, después de una larga y tortuosa espera, tendría el placer de contemplar desde el otro lado de la piel.
Afrodita había entrado en la ultima fase de la labor, lo que tanto había deseado y soportado estaba a minutos de hacerse realidad.
El ultimo suspiro dio carrera para aquel empujón de la victoria que desataría, un enorme grito de dolor, espantando las ultimas gotas que se dignaban por aparecer en su cuerpo, y con ello, la oscuridad.Sus ojos se cerraron, pero oía los llantos incesantes de los niños que imploraban por su madre, cuyas pieles aun se encontraban húmedas y enrojecidas, y como sus parteras la felicitaban, y aunque dichosa tomaba esas hermosas palabras, ya no había fuerza que mandar a su boca para agradecerlas.Una catarata de sentimientos atravesaban todo su cuerpo, ansiedad, nervios, temor, curiosidad. ¿Lograría ser la madre que todos esperaban? ¿La amarían sus hijos como ella los amaba?
Sus almendrados y lagrimosos ojos nuevamente se abrieron, y estiró sus brazos para poder admirar por vez primera a sus hermosas creaciones.La atención de todo el mundo se había centrado en aquellos perfectos 4 ojos, marrones cual avellanas, con diminutos cabellos que parecían finos hilos de oro, sonrió, reluciendo aquellos sensuales labios, orgullosa, claramente habían heredado su don de la belleza.
-¿Como los llamará?- curiosearon las parteras
Miró atentamente al niño que su brazo derecho sostenía, sus ojos grandes brillaban de curiosidad y alegría, no pudiendo despegar su vista de él. El niño soltó una carcajada, y estiro los brazos juguetonamente hacia su madre,generando ese no se que en el cuerpo, que llena de emocion y humedece los ojos hasta nublarlos. Ella, le respondió con una enorme sonrisa, de aquellas que enseñaban sus blancos dientes cual marfil, y conseguian que sus comisuras quisieran acariciar sus orejas.
-El, es Cupido - Aclamo, dejando caer la gota de emocion por su mejilla ruborizada.
-¿Y ella?
La segunda partera traía en sus brazos a una pequeña niña, incluso se atrevería a decir que era mas pequeña que Cupido, sus ojos demostraban enojo, como si tuviera el presentimiento de que aquellas personas que la observaran fueran posibles enemigos, tan poco tiempo de vida, y tan desconfiada. Inmediatamente reconoció que la niña había heredado el carácter de su padre, debería trabajar para ablandar su pequeño corazón, o evitar que se endureciese aun más. A diferencia de su hermano, sus ojos estaban inquietos, y en su cara había una mueca. La niña soltó una pequeña rabieta logrando sacarle a la madre una carcajada para si misma, al menos tiene carácter, pensó, estará siempre en buenas manos, incluso si estas solo son las suyas.
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Exitium
FantasyTodo había comenzado en su nacimiento.Ellos nunca se habían llevado bien.El suave y amoroso,ella violenta y caprichosa. Completamente diferentes,cual perro y gato.Sin embargo,hermanos al fin. ¿Quien iba a decir que tanto el amor como el desamor tien...