Capitulo cuatro: "Interés"

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Estaba en la cuenta regresiva de lo que duraba mi castigo. Dos semanas.

Dos putas semanas que se me hacían eternas, encerrada en mi habitación sin darme una ducha hace tres días. Si, lo sé, soy una vaga que ni siquiera se digna a darse una ducha.

¡Pero que más daba!

Estaba feliz porque no debía bajar cuando había visitas. Cuando teníamos que salir, me quedaba y eso era mucho mejor para mí.

Y aproveche el tiempo cuando ellos salieron para instalarme en el computador hasta que llegasen ellos.

Encendí apresurada mi computador y inicie sesión en mi cuenta de “facebook”, aunque no soy muy viciada de esta red social se me hace muy útil, dependiendo de los casos.

Tenía siete mensajes y diez solicitudes de amistad. Eso no era una muy buena señal que digamos.

Si me ponía a pensar, en facebook solo tenía agregados a los más cercanos. Tíos, primos y parientes lejanos, aparte que uno que otro chico de la escuela que me pareciese atractivo, pero nunca agregaría a mi hermana. Nunca.

Así que esta señal de “chica solicitada” no era muy buena que digamos. En la escuela solo era una chica mas, de las cuatrocientas que había, así que ese es el motivo porque me asuste al ver que tengo tantas solicitudes de amistad.

No soy nadie como para que la gente se pele un mensaje mío y creo que todo esto se debe nuevamente al “Blog de Mia”.

Y no me siento bien aceptándolas todas, si al parecer no conozco a ninguno.

Es mucho que pensar, así que cancele todas las solicitudes y apague la computadora.

No estaba dispuesta a aceptar falsos amigos, que solo quieren estar conmigo por interés.

Me recosté en la cama y mire el techo. Observaba la madera y algunos posters de Nirvana, que aun estaban ahí.

Mire el baño y dude o no en ir a darme una ducha. Pero después de levantar mis brazos y estirarme, un olor a queso hizo que mis ojos ardieran y el estupefacto olor me llevase corriendo a la ducha a darme una buena jabonada.

Una horas más tarde.

Ya higienizada, decidí salir a dar un paseo, más bien a sacar a pasear a “Chimuelo”. Mi perro.

Mientras caminaba afirmando la correa de Chimuelo, empecé a pensar en las tantas cosas que debería hacer. Como debería comportarme. Ser el ejemplo familiar, como lo es mi hermana.

Pero nada parecía orgullecer a mis padres. Todo lo que hacía, prácticamente era un castigo más a la larga lista de Mia.

En la escuela era la callada y reservada Mia. Más conocida como la Chimuela.

Medio mundo al escuchar mi nombre, lo primero que se le viene a la cabeza es: zoofilia. Después de ese día, ya nadie me miraba con ojos sanos y temían al acercarse a mí.

Solo por defender a mi perro de unos chicos de la escuela, me tacharon de “la chica que se mete con su perro”.

Al parecer el afecto que demostré ese día, hacia Chimuelo fue excesivo, como para que esos idiotas pensaran que me meto con mi perro.

¡Malditos prejuicios!

¡Maldito Chimuelo!

No, no, mi perrito lindo.

Acaricie su cabeza y le empecé a rascar detrás de las orejas. A él le encantaba que le hiciera eso.

Estaba tan perdida rascando sus orejas, que no me había percatado que un chico estaba frente a mí, mirándome divertido.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2012 ⏰

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