* Capítulo 3 *

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- Decisiones tajantes -

IAN

Jueves 7:00

Cuando me despierto a causa de uno de los tantos recuerdos que me aborda cada noche, me es imposible obviar el dolor, ya no solo el de las costillas por los golpes de ayer, sino el dolor del corazón y el del alma, si es que aún tengo.

Olvidar es algo simple de decir al igual que es simple decir que hay que superar, pero lo difícil es hacerlo de verdad, lo verdaderamente difícil, es recuperar la felicidad cuando ya ni siquiera recuerdas el momento en el que la viviste por última vez.

No sé si algún día seré capaz de olvidar, superar y subir me al barco que me llevará a una vida llena de momentos felices. No puedo decir que me llevará a la felicidad, pues no sé puede ser feliz todo el tiempo, pero si se pueden vivir momentos de felicidad, los cuales a día de hoy se me escapan entre las manos de la misma manera que a las rocas se les escapa el agua de los ríos.

Ya no me molesto ni en intentar dormir de nuevo, así que decido hacer tareas de casa ya que por no hacer las me gane una paliza nocturna, no me cambio simplemente me pongo manos a la obra.

Cuando el salón y la cocina están ya recogidos y limpiados me dirijo a mi habitación, son las ocho y media, así que por mucha prisa que me de no llegaré a primera hora, no me molesta y dudo que a los profesores les pase, total cuando voy solo me siento y si no me regañan no hago nada, pero tampoco lo necesito solo voy por los partes de asistencia, las notas las saco de sobra sin necesidad de ir o atender.

Debajo de la ducha los músculos a doloridos se resienten más con el agua caliente así que decido cambiar la para que salga fría y así dejar de sentir este dolor muscular.

Cuando salgo de la ducha me miro en el espejo nuevo que reemplace ayer y me doy cuenta del corte que tengo en el labio y de la mejilla que se me está poniendo moradas, en unas semanas el corte estará curado y la mejilla ya habrá pasado por todos los colores para volver al original.

¿Estaría loco si dijera que no me duelen los golpes? Ya sea por costumbre o por que me he mentalizado de que siempre voy a tener alguno puedo decir con toda certeza y con toda seguridad que ya no duelen o al menos eso es lo que piensa mi dañada mente. Si meramente me duelen más sus palabras, los golpes desaparecerán, al fin y al cabo solo son marcas físicas que de alguna manera reflejan las emocionales, pero las palabras no desaparecen tan fácilmente, ojalá fuera así.

- Tienes que aprender hijo, tienes que aprender a hacer las cosas como se deben hacer. Se lo diría tu madre y el golpe se lo llevaría ella, pero lamentablemente ya no está con nosotros. - Lo dijo mientras me miraba a los ojos, no sonreía pero su mirada reflejaba una perturbadora fascinación y diversión de la situación - ¿Y sabes por qué no está con nosotros? Porque la tristeza de que su hijo no la protegiera pudo con ella y la mato. La mataste tu, de pena, de decepción y de dolor.-

¿Pero y si era cierto? no, no puede ser, ella me pedía que me escondiera. Pero, a lo mejor hubiera sobrevivido si yo no hubiera sido un cobarde y en vez de esconderme la hubiera protegido, a lo mejor si hubiera sido más valiente seguiría conmigo y a lo mejor solo a lo mejor ambos estaríamos lejos del monstruo en el que se convirtió mi padre.

Pues en eso se ha convertido, en un monstruo con relucientes ojos verdes.

Ya listo y con el desayuno de mi padre hecho salgo de casa. Hoy solo comeré una manzana que me reservo para el mediodía. Comeré algo en la cafetería, hoy es mi último día mañana empiezo en el bar, así que tendré que pensar como conseguiré alimentarme a partir de ahora cuando no haya comida en la nevera.

Baile de MascarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora